Page 403 - Fantasmas
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La máquina de escribir de Sherezade
esde que tenía uso de razón, Elena recordaba cómo
su padre bajaba al sótano todas las tardes después del
trabajo, y no salía de allí hasta después de haber escrito tres pá-
ginas en la máquina IBM eléctrica que se había comprado cuan-
do estaba en la universidad y todavía aspiraba a convertirse al-
gún día en un novelista famoso. Llevaba muerto tres días cuando
su hija escuchó el ruido de la máquina de escribir procedente del
sótano a la hora habitual: una serie de golpes rápidos seguida de
un silencio de espera llenado sólo por el absurdo ronroneo de la
máquina.
Elena bajó las escaleras con piernas temblorosas. El run-
rún de la IBM llenaba la oscuridad con aroma a moho, de ma-
nera que parecía vibrar con una corriente eléctrica, como vi-
bra el aire antes de una tormenta. Buscó la lámpara que había
junto a la máquina de escribir y la encendió en el preciso ins-
tante en que ésta prorrumpía en un nuevo frenesí de ruido.
Gritó y después volvió a gritar cuando vio las teclas moverse
solas y la línea de linotipia de cromo aporrear el rodillo negro
y vacío.
Aquella primera vez en que Elena vio la máquina de es-
cribir funcionar sola pensó que iba a desmayarse del susto. Su
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