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13. 02. 2019
Enviado por: Luis Sayán Gómez-Velásquez
Dos causas suponen un peligro vital para la supervivencia de la vida en el planeta. Uno es el cambio climático causado
por la acción humana sobre los ecosistemas, con efectos como la emisión de gases invernadero, sobreexplotación
de los recursos no renovables, contaminación de las aguas, merma de la biodiversidad que provocan catástrofes
medioambientales, sequías, huracanes. Unos y otros que, con el paso del tiempo se intensificarán hasta el extremo
de crear grandes conflictos humanos.
La segunda gran causa que pone en peligro a la humanidad son las armas nucleares. Un peligro un tanto olvidado,
pero que está ahí, en manos de nueve gobiernos, que pueden utilizar como medio para amedrentar al resto de países
del mundo. Un peligro que en manos de esos gobiernos se convierte en una amenaza para la supervivencia. Esto
viene al caso por la actitud amenazante de Donald Trump de anunciar la ruptura del (Intermidiate Nuclear Forces),
firmado entre Ronald Reagan y Mijail Gorbachov en 1987. Tratado que alejó del suelo europeo la posibilidad de una
guerra nuclear, pues hasta entonces, las dos potencias habían instalado misiles nucleares, de corto y medio alcance
(de 500 a 5.500 km), a ambos lados de la frontera que dividía Europa durante la Guerra Fría. Si ese acuerdo se
rompe, la amenaza nuclear volverá a Europa.
Esta amenaza tiene su causa en el afán de dominar, otros dirán controlar, la geopolítica mundial, y así extraer
beneficios para sus sistemas de vida, que en todos los casos son de capitalismo. Pero ya es sabido, que los
capitalistas rivalizan entre ellos, y llegado el caso, también se hacen la guerra. Así, Estados Unidos amenaza a Rusia
y China. Y estas dos, responden con alianzas para responder con sus mismas armas a Estados Unidos y a sus
aliados. Y en este sentido, todos ellos, llevan a cabo un reforzamiento de las capacidades militares de sus potencias,
convirtiendo sus fuerzas armadas en un bastión ofensivo y defensivo (ambos a la vez) frente al resto de potencias
con quienes rivalizan por el control recursos y mercados.
Es decir, hay un militarismo creciente en las grandes potencias que amenaza la supervivencia humana en el planeta.
Pero la amenaza del cambio climático y la competición por el control de los recursos, agua, minerales, hidrocarburos,
tierras cultivables, también está emparentado directamente con el militarismo de las grandes potencias. Pues no se
debe olvidar que, para el control de esos recursos, o para mantener los efectos secundarios del cambio climático,
sequías, falta de agua, aumento del nivel del mar, derivaran en conflictos internos en muchos países, y a su vez, en
masivas migraciones hacia los países enriquecidos. Los cuales, ya están en alerta, y entre los peligros a su seguridad,
LDdA “EL COMANDANTE” | ENERO – FEBRERO - MARZO | AÑO 11 N° 39 48