Page 10 - ESPERANZA
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                                  Breve historia del adoquinado de calles

                          INVESTIGACIÓN HISTÓRICA DE CORONEL PRINGLES


                                                         PARTE II
                                               LAS CANTERAS DEL SUR

                                               Las canteras del Sur que surgieron a finales del siglo XIX
                                              pronto  se  convirtieron  en  “refugio”  de  extranjeros,
                                              mayormente  italianos,  a  quienes  se  los  trajo  con
                                              promesas  de  una  vida  mejor  y  no  fue  tal  cosa  en  sus
                                              comienzos; todas las canteras estaban cercadas por altas
                                              alambradas que restringían la interacción con ese afuera
                                              hostil  y  reticente  a  esos  extraños  y  permanecían
                                              custodiadas por guardias armados que pertenecían a las
                                              empresas.  Familias  enteras  de  picapedreros  vivían  en
                                              campamentos precarios que la empresa proveía durante
                                              meses y hasta años, y muchos de ellos hasta encontraron
                                              su fin dentro de esos cercos debido a su peligroso trabajo.
                                              El mundo de las canteras no era prácticamente conocido
                                              por los tandilenses ya que obedecía a normas de estilo
                                              británico impuesto por las empresas ferroviarias: pago en
                                              moneda de uso interno (“Plecas”) por mercadería que se
                                              expedía  en  los  almacenes  pertenecientes  a  la  misma
                                              empresa  para  la  que  trabajaban;  los  trabajadores  no
                  tenían contacto con el mundo fuera de esas cercas. Vivían bajo una especie de
                  feudalismo que se instaló en Tandil a fines de ese siglo XIX.
                    El  sistema  de  trabajo  en  las  canteras  era  de  economato,  permitiendo  así  una
                  aceptable  convivencia  entre  empleador  y  empleado.  Los  empleados  se  dividían
                  generalmente en dos grandes grupos: picapedreros y especialistas; los primeros se
                  agrupaban de a cuatro o cinco hombres y cortaban, refrendaban y adoquinaban el
                  material;  en  cambio  los  especialistas  eran  barrenistas,  patarristas,  foguines  y
                  marrones.  Separados  estaban  aquellos  otros  que  se  encargaban  de  las
                  herramientas: los “herreros”, había uno cada quince picapedreros; y los “zorreros” y
                  “cuarteadores”, quienes se encargaban de transportar las zorras cerro abajo con
                  materiales y quienes subían el cerro con los vagones de las zorras vacíos ayudados
                  por mulas o caballos. También existía un grupo de empleados que direccionaba las
                  vías para que las zorras pudieran acceder a nuevos lugares de explotación, estos
                  eran los “arreglavías”.
                  Si bien se desconoce el número exacto de personas que llegaron a trabajar en estos
                  tiempos en las canteras, se cree que no fueron menos de doce mil las personas en
                  tránsito por esas colonias. Cinco mil pudieron ser obreros y el resto familia. También
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