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Breve historia del adoquinado de calles
INVESTIGACIÓN HISTÓRICA DE CORONEL PRINGLES
PARTE II
LAS CANTERAS DEL SUR
Las canteras del Sur que surgieron a finales del siglo XIX
pronto se convirtieron en “refugio” de extranjeros,
mayormente italianos, a quienes se los trajo con
promesas de una vida mejor y no fue tal cosa en sus
comienzos; todas las canteras estaban cercadas por altas
alambradas que restringían la interacción con ese afuera
hostil y reticente a esos extraños y permanecían
custodiadas por guardias armados que pertenecían a las
empresas. Familias enteras de picapedreros vivían en
campamentos precarios que la empresa proveía durante
meses y hasta años, y muchos de ellos hasta encontraron
su fin dentro de esos cercos debido a su peligroso trabajo.
El mundo de las canteras no era prácticamente conocido
por los tandilenses ya que obedecía a normas de estilo
británico impuesto por las empresas ferroviarias: pago en
moneda de uso interno (“Plecas”) por mercadería que se
expedía en los almacenes pertenecientes a la misma
empresa para la que trabajaban; los trabajadores no
tenían contacto con el mundo fuera de esas cercas. Vivían bajo una especie de
feudalismo que se instaló en Tandil a fines de ese siglo XIX.
El sistema de trabajo en las canteras era de economato, permitiendo así una
aceptable convivencia entre empleador y empleado. Los empleados se dividían
generalmente en dos grandes grupos: picapedreros y especialistas; los primeros se
agrupaban de a cuatro o cinco hombres y cortaban, refrendaban y adoquinaban el
material; en cambio los especialistas eran barrenistas, patarristas, foguines y
marrones. Separados estaban aquellos otros que se encargaban de las
herramientas: los “herreros”, había uno cada quince picapedreros; y los “zorreros” y
“cuarteadores”, quienes se encargaban de transportar las zorras cerro abajo con
materiales y quienes subían el cerro con los vagones de las zorras vacíos ayudados
por mulas o caballos. También existía un grupo de empleados que direccionaba las
vías para que las zorras pudieran acceder a nuevos lugares de explotación, estos
eran los “arreglavías”.
Si bien se desconoce el número exacto de personas que llegaron a trabajar en estos
tiempos en las canteras, se cree que no fueron menos de doce mil las personas en
tránsito por esas colonias. Cinco mil pudieron ser obreros y el resto familia. También