Page 164 - Abrázame Fuerte
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—Veo que hoy tenemos un público maravilloso con ganas de oír una historia
      maravillosa. ¿No es así?
        —¡Sí! —dice Ana emocionada, como si fuese una niña pequeña.
        —Había una vez un calcetín que había perdido su pareja de calcetín. ¡No se
      confundan!  ¡No  estamos  hablando  de  los  calcetines  de  Cenicienta!  ¡Porque
      Cenicienta no llevaba calcetines!
        Ana está alucinando. ¡David no es un chico de letras!
        —Un  día,  el  calcetín  se  fue  a  por  un  poco  de  queso…  Mmm…,  a  los
      calcetines  nos  pierde  el  quesooo…  Me  encantaaaa  el  quesooo…  Y,  cuando
      volvió, ya no estaba. Si nunca tienen un calcetín sin pareja en su cajón, que sepan
      que  hay  otro  calcetín  que  lo  está  buscando.  Por  cierto…,  yo  también  soy  un
      calcetín que busca su pareja, un titiritero me puso unos botones y ahora puedo
      ver…  y  puedo  buscarla…,  pero  como  antes  estaba  ciego,  ¡ahora  no  puedo
      reconocerla! ¿Me podría ayudar usted?
        —¡Pues claro, señor calcetín! —Ana se siente como una niña. Va hacia el
      cajón y saca un calcetín de color violeta y se lo pone en la mano como si fuera
      un  títere  de  guante—.  Hola,  ¿me  andabas  buscando?  —dice  con  una  voz  muy
      fina, y enseñando el calcetín a la cámara.
        David mira su pantalla y empieza a reírse. ¡Su chica le ha seguido el juego!
        —Ana, ¿no me has oído? —La madre de la muchacha entra en la habitación
      de  su  hija  y  la  ve  con  un  calcetín  puesto  en  la  mano  derecha  delante  del
      ordenador—. ¿Qué haces?
        Ana cierra rápidamente la pantalla del ordenador y deja colgado a David.
        —Nada, mamá, chorradas con mis amigas —le contesta, sonrojada.
        —Vamos, que tu padre está esperando…
        Ana obedece. No sabe cómo reaccionarían sus padres si se enterasen de que
      tiene una relación con un chico. Sobre todo su padre… La última vez que la vio
      con un muchacho se puso hecho una fiera porque se los encontró besándose en el
      portal  de  su  casa.  ¡Besándose!  Todo  hay  que  decirlo,  su  padre  es  de  la  vieja
      escuela, y su madre tampoco es de gran ayuda, puesto que le chiva todo. Esta
      vez  casi  la  pillan  in  fraganti,  y  por  eso  ha  tenido  que  dejar  colgado  a  David.
      Después  le  enviará  un  SMS  para  disculparse.  « Espero  que  no  se  moleste  —
      piensa Ana, mientras se dirige al comedor—. La próxima vez pondré el pestillo;
      tengo que ir con más cuidado» .
      En ese mismo instante
      Estela  y  Marcos  chatean  por  Internet.  Están  intentando  concretar  un  día  para
      hacer otro ensayo. Los dos están muy motivados para seguir cantando. A medida
      que hablan, comparten enlaces de grupos y música que les gusta.
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