Page 169 - Abrázame Fuerte
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—Pues claro… ¿Alguien más escribe un blog aquí? —pregunta el chico,
haciéndose el gracioso y mirando a su alrededor.
—No lo sé. Supongo que sí —contesta Ana, sin entender muy bien qué
intenciones tiene Crespo, cerrando su libreta y abriendo el libro de mates.
Entonces pasa algo absolutamente inesperado. El chico abre su mochila, la
pone encima de la mesa, saca un paquete y se lo da.
—Para ti.
Suena el timbre y el muchacho se dirige a su sitio, no sin antes mirarla de
reojo con picardía. Pero ¿de qué va esto? Ana está absolutamente desconcertada.
No sabe qué contiene el paquete, y tendrá que esperar a que termine la clase
para descubrirlo. Se da la vuelta y observa a Estela, que lo ha estado viendo todo
desde lejos y le hace un gesto para que se lo explique.
Ana se encoge de hombros y mira al frente. La profesora acaba de entrar en
el aula.
A la misma hora
El padre de Bea se dedica a las ventas. No sabemos muy bien qué es lo que
vende, pero se pasa media vida con el coche arriba y abajo. En su último viaje,
el coche lo dejó tirado un par de veces y, antes de que le vuelva a pasar, decide
llevarlo al mecánico. Un colega le ha recomendado un nuevo taller que, al
parecer, es barato y de confianza. Con los coches pasa lo mismo que con los
médicos: hay que confiar en ellos.
En cuanto entra se queda fascinado de lo limpio que está todo. Por lo general,
los talleres están sucios y huelen a aceite y gasolina. No es que éste huela a
flores, pero el nivel es bastante digno. Parece que sólo hay un mecánico. Sus pies
aparecen debajo de un coche.
—Perdona, chico, ¿te pillo en mal momento?
—Bueno, si me da un par de segundos, salgo —dice la voz que se esconde
debajo de un Seat Ibiza.
—¡Hecho! No sé qué le ocurre a mi coche, pero pasado mañana salgo de
viaje y necesito que esté arreglado —comenta el señor Berruezo, mientras
comprueba si tiene mensajes nuevos en el correo electrónico de su Smartphone.
—Bueno, no se preocupe, si hace falta le dejo un coche de los míos.
« Un chico eficiente —piensa el señor Berruezo—. Me da una solución antes
de que aparezca el problema. Eso me gusta» . Se queda mirando el local, que es
bastante grande y está bien situado. De repente, alguien le toca la espalda.
—Usted dirá —dice el chico limpiándose las manos de grasa con un trapo.
El padre de Bea se vuelve, y se lleva una sorpresa mayúscula cuando se da
cuenta de que el chico es Pablo, el ex novio de su hija. Parece que ha crecido, ha