Page 171 - Abrázame Fuerte
P. 171
que ¡todo el insti lee tu blog!
—Es verdad… —la secunda Bea, que mira a su amiga, pero se acuerda de
que sigue enfadada con ella y baja la vista.
Ana no dice nada más, y abre el paquete poco a poco, como para hacerlo
más emocionante. Las caras de las chicas son un poema. Sólo Ana entiende lo
que pasa. Dentro del paquete hay… ¡un calcetín!
—¡Qué fuerte! —dice.
—¡Qué asco! ¿Creéis que estará limpio? —bromea Estela.
Entonces Ana las invita a leer su blog y les cuenta la historia del calcetín. Lo
que no tiene demasiado claro es qué narices tiene que hacer con él. Y entonces,
cuando están a punto de marcharse, Ana guarda el calcetín dentro del paquete y,
al hacerlo, se encuentra con una tarjeta que dice:
Te encontré. Si me llevas puesto, eso significará que me quieres.
Todas las chicas gritan a la vez, y no pueden parar de reír. Este tal Crespo
parecía un supercreído, pero por lo visto es un chico romántico.
—¡Es brillante! —exclama Estela, emocionada—. Sin saberlo, Ana ha creado
un nuevo código de amor: si te gusta alguien, le das tu calcetín y, si éste se lo
pone, es que está por ti. ¡Genial!
—Sí, genial, lo que nos faltaba. Mi novio lleva una escayola —ironiza Bea—.
Será alguna señal divina.
—No digas eso —le dice Silvia con dulzura.
—Yo digo lo que me da la gana —le contesta la otra, enfadada.
Es evidente que las chicas están de mal rollo. Lo mejor será volver a clase y
calmarse un poco.
Después de las clases, todo el mundo se ha enterado del asunto del calcetín.
Las chicas con novio ya se han intercambiado los suyos y, en cuestión de horas,
ya se puede saber quién tiene novio y quién no en el insti. Todo el mundo está
como revolucionado, y la entrada de Blancanieves tiene más visitas y
comentarios que nunca.
Al salir de clase, lo primero que hace Ana es llamar a David, quien de alguna
manera ha creado esta nueva moda entre los adolescentes. Estela se marcha en
bici, y Bea y Silvia se separan sin decirse ni adiós. Bea está muy triste; le espera
comida familiar en casa y no le apetece nada conversar con sus padres. Y lo
peor es que no tiene ni idea de la sorpresa que le va a deparar la charla del
mediodía.
Hora de comer, en casa de los Berruezo