Page 175 - Abrázame Fuerte
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pared… La chica observa todo atentamente hasta llegar a su destino. La sirvienta
      llama a la puerta con los nudillos, y se oye la voz de Sergio:
        —Adelante, Gladys.
        Ésta abre la puerta y deja paso a Silvia, que entra. Sergio, que está sentado en
      una silla de ruedas, con la pierna enyesada estirada, dice:
        —Gracias, Gladys.
        La sirvienta asiente y se va, cerrando la puerta tras de sí. Silvia no se lo puede
      creer. Nunca habría imaginado que Sergio tendría una criada, no parece de esa
      clase de chicos. Nadie diría que es un pijo, sino todo lo contrario. « Claro que uno
      puede ser normal y tener una familia con dinero, ¿no?» , se dice Silvia.
        —Bueno, ya estoy aquí. Me tienes intrigada… ¿Qué es lo que quieres? —le
      pregunta al chico, a la vez que se sienta encima de la cama.
        —Necesito  que  me  ayudes  con  el  regalo  de  Bea  —contesta  Sergio,
      contundente.
        Esa  frase  le  cae  a  Silvia  como  un  jarro  de  agua  fría  en  toda  la  cabeza.
      Llevaba media hora subida en la bici mientras iba para allá, imaginándose todas
      las cosas románticas que le podría decir Sergio. Está claro que se ha montado una
      película.
        —Yo intento ayudar en lo que quieras, pero Bea y yo estamos enfadadas —le
      recuerda la chica.
        —Lo  sé.  Pero  eso  no  me  importa.  Bueno,  claro  que  me  importa.  Quiero
      decir… que necesito que me ayudes como amiga.
        —¿Como amiga? —pregunta Silvia.
        —Sí, pero como amiga mía.
        Otro jarro de agua fría. Ahora dice que son amigos. « Si un hombre te quiere
      como amiga es que no tienes nada que hacer» , piensa. Entonces, se arma de
      valor y pregunta:
        —¿Qué hay que hacer?
        —Necesito tu opinión. Había pensado llevar a Bea a un lugar muy especial el
      día de su cumpleaños. Un mirador que hay a las afueras de la ciudad. Allí hay un
      banco de piedra que me gusta mucho, y desde el que se puede ver toda la ciudad.
      Ahora está lleno de pintadas horribles. La gente es de lo más incívica, ya sabes.
      La idea sería volver a pintarlo con motivos de amor y con un mensaje explícito
      para ella. ¿Crees que le gustaría? Y… ¿qué puedo poner?
        —Bufff… —Parece que Silvia se va a desmoronar en cualquier momento—.
      No sé, chico, eso es cosa tuya. Tú eres el artista…
        —Tengo claro el dibujo, lo que no sé es qué escribir. No sé qué le puede hacer
      ilusión. ¿Qué querrías tú leer?
        —Es complicado… ¿Te quieres declarar?
        —No lo sé. Igual sí. Pero ¿qué significa declararse? —pregunta Sergio.
        —Pues comprometerte con ella, confesarle tu amor, decirle que la amas, que
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