Page 180 - Abrázame Fuerte
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mensajes. Silvia escucha la conversación. No cree que su presencia en el parque
      dé para mucho más. Está clarísimo que Bea no le dirige la palabra y que Sergio
      está enamorado de su amiga. Esta clase de mensajes no se van escribiendo así
      como  así.  La  verdad  es  que  tiene  ganas  de  irse  para  su  casa,  pero  en  este
      momento lo ve muy difícil. Si se marchase ahora le daría la razón a Bea y todas
      sus amigas sospecharían de ella.
        De pronto suena su teléfono. ¿Quién será? ¡Marcos! ¡Su salvación!
        —¡Hola, vecino!
        Estela  mira  a  Silvia  con  curiosidad.  ¿Para  qué  habrá  llamado  Marcos  a  su
      amiga?
        —Hola, Silvia. Ejem… No te quería molestar.
        —No, no… Qué va… dime.
        —¿Estás en casa? Es que me gustaría comentarte algo importante.
        —Pues no, no estoy en casa, pero ahora mismo voy para allá. Dame diez
      minutos. Estoy en el parque.
        Silvia cuelga el teléfono. ¡Por fin tiene excusa, una vía de escape! Se despide
      de las chicas con prisas para evitar dar dos besos a Bea. Ana mira a Silvia y hace
      ademán  de  acercarle  la  mejilla,  pero  ésta  se  hace  la  despistada.  Cuando  su
      amiga se marcha, Bea mira al suelo, porque en realidad no quiere despedirse de
      ella. Estela se limita a alzar la mano y mueve los dedos a modo de adiós. La
      llamada la ha dejado algo inquieta.
        A los pocos minutos de haberse ido Silvia, el resto de Princess deciden volver
      a casa. Hoy nadie está de humor, y además todas coinciden en que tienen que
      hacer los deberes.
      Poco después
      Silvia llama al timbre de la casa de Marcos. Él la recibe en la puerta, pero no la
      invita a pasar. Parece preocupado.
        —Gracias por venir. Es que el otro día estuve con Estela y…
        —¿Y?
        —Nada, pues que me preocupó.
        —¿Por? —Silvia no sabe por dónde van los tiros.
        —Es  que  estuvimos  hablando  y…  ¿Sabes  si  Estela  tiene  problemas  con  la
      comida?
        —¿Qué? —Silvia no da crédito a la pregunta de Marcos.
        —Así que vosotras no habéis notado nada raro… El caso es que me contó…
        Silvia y Marcos se quedan charlando un rato más en el rellano. Los dos llegan
      a la conclusión de que Estela no tiene ningún trastorno alimenticio real, aunque
      últimamente ande haciendo el tonto con la comida, pero seguro que le pasa algo
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