Page 20 - Abrázame Fuerte
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—Aunque me encanta esa canción, va, ¡contesta!
—¿Sí? —responde ella titubeante, interrogando con la mirada a Sergio, que
está frente a ella.
—Ahora ya sé seguro que tienes mi móvil —le dice él a través del teléfono, y
cuelga—. Ya está.
Vuelven a quedarse callados. Se miran. « Todo esto me parece muy raro.
¿Qué estoy haciendo con el novio de Bea?» . Entonces, Silvia rebusca en el bolso,
saca las llaves de casa y, sin dar tiempo a que Sergio reaccione, se las enseña,
sonríe, se vuelve de espaldas a él, abre la puerta del portal y entra.
Una vez a salvo en la portería, se queda quieta, sin encender la luz, y observa
cómo el chico se pone el casco mientras se dirige hacia la moto, sube a ella,
enciende el motor, arranca y desaparece calle abajo. Entonces desbloquea el
teléfono, que aún guarda en la mano, busca en llamadas entrantes, selecciona la
última, le da a « Editar» y escribe: « Sergio» . Acto seguido, pulsa en « Guardar
contacto» .
Silvia tantea la pared del portal buscando el interruptor de la luz. Se pone
nerviosa; oye a alguien bajar de manera ruidosa por la escalera. Al final lo
encuentra. Pero no le da tiempo de apretarlo, y no puede evitar que el chico que
salta el último peldaño de la escalera arremeta contra ella. El impacto es tan
fuerte que Silvia cae al suelo. Y, encima de ella, él.
—¡Ay! Pero ¡qué haces! —exclama Silvia.
El chico se levanta algo desorientado pero se recompone en seguida:
—Perdona —le responde, aunque de malas maneras, mientras hace ademán
de salir por la puerta.
—Oye, pero ¿quién te crees que eres? —dice Silvia, que ya se ha levantado y
ha puesto una mano en el brazo del chico para pedirle explicaciones. El
muchacho se resiste, pero ella le aprieta bien el brazo—. No seas maleducado y
mírame a la cara, que te estoy hablando.
El chico, entonces, se vuelve hacia ella, y en ese momento, aunque sigan en
la penumbra, Silvia se percata de que debe de tener más o menos la misma edad
que ella y de que está llorando. Él pega una sacudida con el brazo para soltarse
de su agarre y, como Silvia se resiste, la empuja y sale corriendo.
Silvia no tarda ni un segundo en decidirse: echa a correr detrás de él.