Page 278 - Abrázame Fuerte
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¡SUUUPERBEAT LÓPEZ!
El público aplaude. Una azafata se acerca al ganador, le ofrece un ramo de
flores y lo dirige al centro del escenario, donde el presentador le hace entrega de
un pequeño trofeo. Mientras, los créditos aparecen en pantalla a la velocidad del
rayo. El presentador sale en primer plano de pantalla.
—Esperemos que hayan disfrutado del programa. Nos vemos la semana que
viene a la misma hora. ¡No me fallen! Los dejamos con la nueva careta musical
de este gran artista: ¡SuperBeat López! ¡Buenas noches!
Suena la canción elegida. La cámara se aleja del presentador, muestra al
resto de artistas felicitando al ganador, y enfoca la grada llena de público que
aplaude.
En ese mismo instante, en el bar Piccolino
Como si del final de un partido importante se tratara, la gente se levanta, recoge
las cosas y paga las consumiciones. La fiesta toca también a su fin. El resultado
del concurso no los ha desanimado. Para ellos, los ganadores son Marcos y
Estela, por su canción, porque han dado más espectáculo que los otros y, sobre
todo, porque son sus amigos. Pero reconocen que todos los participantes eran
buenos y que el ganador también merecía el premio.
—Pues qué pena, la verdad… —comenta Ana, desperezándose.
—No pasa nada… ¡Lo han hecho muy bien! —afirma Silvia.
—Ya, pero ¡me habría gustado tanto que ganasen…! —se lamenta su amiga
mientras se pone la chaqueta.
—¿Y a quién no? Todo no puede ser —dice Bea.
—¿El qué no puede ser? —le pregunta Ana.
—Estela y Marcos han ganado en el amor…, ¿o no? —Bea sonríe y deja sin
palabras a Ana. La chica tiene toda la razón.
El bar se va despejando poco a poco. Son casi las diez, y muchos de sus
compañeros aún tienen que estudiar para mañana. Todos se despiden
efusivamente y con alegría. ¡Esta fiesta se va a recordar durante años! Los
padres de Bea también se retiran.
—¡Nos vemos en casa, hija! —exclama el padre—. ¡ES MI HIJA!
La homenajeada se pone la mano en la frente pero en realidad ya no le da
tanta vergüenza. Su padre está muy chistoso. La madre de Bea agarra a su
marido de la solapa de la chaqueta de manera muy cómica para hacerlo callar.
Las Princess ríen.
—Tu padre es demasiado —sonríe Ana.
—Y que lo digas… Pero le quiero un montón —responde Bea.
El dueño del bar sigue cobrando las bebidas pendientes. Abatido y cansado,