Page 338 - Águila Blanca_Neat
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La Gran Tribulacion

            934.  Y  antes  de  que  ella  pudiera  decir  algo,  el  Espíritu
           Santo dio la interpretación, dijo: “ASI DICE EL SEÑOR,
           dentro de tres meses estará el Espíritu de Moisés, Elías, y
           Cristo, ministrando en este tabernáculo.” Allí aconteció,
           perfectamente  (155).  [APOCALIPSIS  CAPITULO  UNO,  de  la
           Revelación  de  Jesucristo,  páginas  6,  7;  párrafos  39,  40,  41,  42.
           Predicado  un  día  por  la  mañana,  el  4  de  diciembre  de  1960,  en  el
           Tabernáculo Branham, en Jeffesonville, Indiana, E.U.A.]

            935.  Es que hay dos, no sólo uno. ¡Son dos! Y su primer
           ministerio  no  podía  venir  para  enfocar  los  judíos  a  la  ley,
           porque él  viene  predicando Cristo a los ciento  cuarenta
           y cuatro mil (¡Amén!) ¡Gloria!  ¡Oh, cuando vi eso, estaba
           brincando!  Dije:  ―Gracias  Señor‖,  cuando  lo  estaba  viendo
           desarrollar.

            936.  Vi  a  Elías  caminando  solo  allá  en  esa  primera
           edad, y estaba solo. Luego cuando lo vi  venir de nuevo,
           acá  lejos  en  otro  lugar,  entonces  eran  dos  cuando  eso
           ocurrió.   Dije: ―Allí está.

            937.  Ahora  sí,  Señor.  ¡Amén!  Ahora  lo  veo.  Aleluya.‖
           Exactamente. Si no lo hubiera yo mencionado, puede ser que
           haya  sido  un  poco confuso  para alguien. Pero Él – Él me
           dijo que lo mencionara, y por eso lo hice.

            938.  Noten,  estos  hombres  fueron  preservados  vivos  por
           Dios desde su  ministerio original,  para un servicio  futuro
           porque  sirvieron  tan  perfectamente  ¿Ven?  Piénselo.    Este
           espíritu  de  Elías  ministra  cinco  veces.  El  de  Moisés  dos
           veces.    ¿Qué?  Los  mantuvo  vivos  para  servicio  más
           adelante. Le permitió también ungir a otro hombre para
           que vinieran con su espíritu.



           (155) San Mateo 17:2-3

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