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Águila Blanca
946. Y comencé a marcharme pero Algo dijo: “¡Regresa
por dónde has venido!” Y esperé unos cuantos minutos. Y
comencé a levantarme otra vez, y tan claro como yo alguna
vez quisiera oírla, una Voz dijo: “¡Yo Soy el Creador de
los Cielos y de la tierra! Yo hago al viento y a la lluvia.”
Me quité el sombrero.
Yo dije: ―Gran Jehová, ¿eres Tú?‖
947. Él dijo: ―Yo fui El que hizo los vientos cesar sobre la
mar. Yo fui El que hizo que se aplacaran las olas. Yo creé los
Cielos y la tierra. ¿No fui Yo El que te dijo que hablaras
por esas – por las ardillas, y ellas vinieron a existencia?
Yo Soy Dios.” Él me dijo: “Háblale a esos vientos y a esa
tormenta (156B), y se apartarán.” Ahora, la Biblia está
delante de mí, y mi vida está en Eso.
948. Yo me levanté, yo dije: “Yo no dudo Tu Voz,
Señor.” Dije: “Nubes, nieve, lluvia, cellisca, no me agrada
que hayan venido. ¡En el Nombre de Jesucristo, vayan a
sus lugares! Yo digo que el sol debe salir inmediatamente
y que brille por cuatro días, hasta que nuestro viaje de
cacería haya terminado y yo salga con mis hermanos.” Y
comenzó a hacerse un ruido como ―Whoooossssh‖, de esa
manera. Y luego hizo: ―Whoosh‖; y entonces fue así ―whew,
whew, whew, whe.‖ ¡Ahí paró! Me quedé muy quieto. Y la
cellisca y la lluvia se detuvieron. Y allí vino un viento
soplando a través de la montaña, el cual levantó las nubes, y
una se fue por este lado; este, norte, oeste, y sur. Y en unos
cuarenta minutos el sol estaba brillando agradable y
calientito. ¡Esa es la verdad! ¡Dios sabe que es la verdad!
(156B) San Mateo 8:23-27
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