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Águila Blanca
204. Yo dije: ―Un momento Hermano Moore, tráiganla
acá‖. ¡Oh, Absoluto! Los ujieres se hicieron a un lado; y allí
venia ella. Ella se postró y dijo: ―¡Padre, Padre!‖
Yo dije: ―¡Póngase de pie!‖
Y el Hermano Espinosa dijo: ―Póngase de pie (y se lo dijo en
español)‖. Ella se puso de pie allí.
Yo dije: ―Padre Celestial, estoy parado aquí en esta lluvia…‖
205. Era una mujercita bonita como de veintitrés años de
edad, algo así, con su cabello colgándole, con su carita
mirando así hacia arriba, la mirada en sus ojos había
expectativa; ella había visto a ese hombre que había estado
totalmente ciego por cuarenta años, que sus ojos fueron
abiertos en la plataforma. Ella sabía que si Dios podía abrir
ojos ciegos, Él podía sanar a su niño. Allí tenía a ese pequeño
ser tieso debajo de esa cobijita, y todo empapado de agua.
Ella había estado parada toda esa mañana y toda la tarde
también.
206. Ya eran como las once de la noche − diez de esa
noche, algo así, cargando a ese niño allí (ustedes han visto el
articulo en la revista de los Hombres Cristianos de Negocio),
cargando a ese niño así. Yo dije: ―Padre Celestial, yo no sé
lo que esto significa. Yo sólo soy Tú siervo, pero yo vi a ese
niño parado allí; estaba vivo. Yo impongo mis manos sobre
él en el Nombre del Señor Jesús‖. Dijo: ―¡Waa!‖ Comenzó a
llorar. La madre cogió al niño y comenzó a gritar, y la gente
comenzó a gritar por todo ese lugar, y las mujeres estaban
desmayándose, y demás cosas.
Yo dije: ―No vaya a contar nada al respecto. (38)
(38) San Mateo 8:1-4
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