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BIENESTAR EN TIEMPOS DE CÓLERA CLR. PATRICIA ÁLVAREZ
Apenas unas líneas más abajo nos encontramos:
“Lo mismo sucede cuando las razas “inferiores” se crían junto con las
“superiores”. No tenemos ninguna evidencia de la inferioridad de la raza negra. Sin
embargo, educad a un niño blanco y a uno negro en la misma escuela –criadlos en
la misma familia (teóricamente sin diferencia alguna) y tan pronto como la sociedad
comienza a ejercer su poder aplastante, el negro ya no puede competir.
[…] Nos gusta pensar que se necesitan tres generaciones para hacer a un caballero
(a veces muchas más) y que nosotros ya contamos con más de tres a nuestras
espaldas. Sin embargo, la creencia en que las predisposiciones y rasgos son
hereditarios nos evita tener que culparnos por la educación de nuestros jóvenes
[…] En la antigua psicología, los rasgos son un don de Dios y si mi chico o chica se
descarría, no se me puede culpar como padre.
¿Se oculta algún interés personal tras la empatía del conductista? En efecto –le
gustaría ver eliminadas las suposiciones y conjeturas que están bloqueando
nuestros esfuerzos por invertir millones de dólares y años de paciente
investigación en psicología infantil porque entonces, y solo entonces, podremos
construir una verdadera psicología de la humanidad.”
En esta realidad, a mi entender caótica, de la concepción humana, aparece para sucumbir
todos los terrenos conocidos, la Psicología Humanista, como alternativa a estas dos
fuerzas principales y con la concepción primaria de:
La libertad del Individuo y el Existencialismo.
Los terapeutas humanistas de este época creían firmemente que las personas están
intrínsecamente motivadas para autorrealizarse, para avanzar hacia sus propias
metas y alcanzar así la sanación, la sabiduría o esa cumbre personal a la que cada uno
aspire.
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