Page 32 - Sin verdades a medias 6
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era sólido en nuestra vida se derrumba, una sensación interior muy desagradable, la angus- tia y la pena moral a veces se vuelven insopor- tables.
Ahora la pregunta es: ¿quién de noso- tros se somete a voluntad a estas situaciones? Nadie quiere sufrir angustia, por esta razón es tan difícil salir de nuestras comodidades.
La zona de confort muchas veces es zona de amargura, porque nos mantenemos en la pobreza, nos quedamos en un trabajo que nos amarga la vida, etc., y, sin embargo, no hacemos nada para cambiar las cosas y salir de allí.
Frente a un obstáculo en la vida, por lo común tenemos dos actitudes:
La primera actitud es rendirnos y de-
cir: «Tengo un grave problema, vivo algo muy desagradable que me hace sufrir mucho. No aguanto más esta situación y no sé qué hacer».
La segunda actitud es enfrentarse y de- cir: «Es un desafío para mí, ¿por qué vivo todo este sufrimiento, qué puedo aprender de esta situación? ¿En qué me he equivocado y qué puedo corregir en mi vida?».
Sin embargo, cada una de estas actitu- des nos llevan en direcciones completamente contrarias.
Se ha descubierto que si nos rendimos ante una situación, si nos sentimos supera- dos, el cerebro automáticamente pasa a modo de supervivencia, deja sin riego, sin sangre, la parte frontal y se riega sobre todo la parte posterior del cerebro, el cerebro instintivo. Esto
lleva a que la parte del cerebro que toma de- cisiones con claridad deje de funcionar correc- tamente y se active la parte instintiva; las deci- siones que tomamos son instintivas, decidimos ciegamente, sin razonar, sin pensar.
Por otro lado, si ante un obstáculo nos sentimos desa ados, si sentimos que es un reto, que podemos aprender algo, el cerebro funciona de manera completamente diferen- te: se riega con sangre la zona frontal, la que toma decisiones. Al enfrentarse a situaciones nuevas, el cerebro nos brinda ideas creativas, pero lo que es más sorprendente es que, al enfrentarnos a una situación desconocida, el cerebro crea nuevas redes neuronales, redes que aún más nos dan la posibilidad de adap- tarnos y aprender de las cosas nuevas.
Síntomas de que estás en la zona de confort
Si piensas:
Nada puede mejorar mi situación.
He logrado todos mis sueños.
Me gustaría hacer esto o lo otro, pero por tal razón no lo hago.
No puedo superar mis limitaciones.
No tengo la capacidad o el conocimiento para emprender algo nuevo.
O si:
Tu vida sigue igual que hace 10, 20 o 30 años. Con cada oportunidad de cambio que apare- ce en tu vida, te justi cas de mil maneras para continuar como estás.
Si nada más que pensar en un cambio de casa o de trabajo te sientes muy incómodo. Si te quejas de tu vida, pero no haces nada para cambiar.
Si sientes que algo te falta en tu vida, que ha- rías algo más.
Si esto te ocurre, te has acostumbrado a una forma de pensar que te mantiene atado a tu vida.
¿QUÉ NOS MANTIENE ATADOS?
Miedo. La primera cadena que nos mantiene atados a nuestra vida es el miedo.
Hay muchos aspectos del miedo: el primero es el miedo a sufrir, tan es así, que nada más el pensamiento de que nos puede pasar algo, nos hace temblar de miedo.
Se ha descubierto que el dolor físico y el sufrimiento emocional se registran en la misma zona del cerebro, de modo que el cerebro no hace la diferencia entre un dolor de muela y la pena moral de perder a un ser querido. Por esta razón tenemos un miedo visceral a sufrir de ansiedad, de inseguridad, de estrés en una situación nueva, etc.
Tenemos miedo al «qué pensarán de
mí si me salgo de las normas»; miedo al «qué dirán»; miedo a quedarnos solos.
¿Quién no conoce estas voces que tenemos en la cabeza al intentar hacer algo nuevo?: «¿Y si fracaso?, ¿y si me sale mal?, ¿y si voy a sufrir?...».
Derrotismo.
«Los pensamientos derrotistas inca- pacitan a las personas para elevar sus vidas mecanicistas a estados superiores. La mayo- ría de las personas se sienten vencidas, aun antes de iniciar la lucha o el cambio interior». Samael Aun Weor
El derrotismo es el sentimiento de que la vida nos ha vencido; sentimos que es de- masiado el sufrimiento, que el peso de la vida es demasiado grande; pensamos que todo nos pasa a nosotros, que nadie nos entiende, que nadie nos ayuda, que no nos sentimos
Los pensamientos derrotistas incapacitan a las personas
preparados para dar el paso, que es dema- siado difícil, etc.
Justi caciones. «No tengo tiempo, no tengo dinero, nunca tuve oportunidades para cambiar mi vida, nadie me ayuda, no lo sé ha- cer, no lo puedo hacer...».
Pereza. Cuando se trata de cambiar la vida, lo primero es cambiar la forma de pensar, pero sobre todo se trata de actuar de manera diferente. Tal vez muchos pensamos: «Sí, voy a cambiar de vida, ya basta de sufrir, estoy harto de la rutina, voy a poner en la práctica todo lo que sé...». Es entonces cuando entra en escena la pereza, que es otra de las resis- tencias interiores que tenemos. La pereza se confunde mucho con la comodidad, pero en realidad es la ley del mínimo esfuerzo.
Hay pereza física de no querer des- pertarse a las cinco de la mañana para ir a
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