Page 1161 - El Señor de los Anillos
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contra la Prohibición. De este modo empezaron la rebelión que con ayuda de las
      malas enseñanzas de Sauron provocó la Caída de Númenor y la ruina del mundo
      antiguo, como se cuenta en la Akallabêth.
      Éstos son los nombres de los Reyes y las Reinas de Númenor: Elros Tar-Minyatur,
      Vardamir, Tar-Amandil, Tar-Elendil, Tar-Meneldur, Tar-Aldarion, Tar-Anca lime
      (la primera Reina Regente), Tar-Anárion, Tar-Súrion, Tar-Telperiën (la segunda
      Reina),  Tar-Minastir,  Tar-Ciryatan,  Tar-Atanamir  el  Grande,  Tar-Ancalimon,
      Tar-Telemmaitë, Tar-Vanimeldë (la tercera Reina), Tar-Alcarin, Tar-Calmacil.
        Después de  Calmacil,  los  Reyes recibieron el  cetro  adoptando  nombres en
      lengua Númenóreana (o Adûnaica): Ar-Adûnakhôr, Ar-Zimrathôn, Ar-Sakalthôr,
      Ar-Gimilzôr, Ar-Inziladûn. Inziladûn se arrepintió de la actitud de los Reyes y
      adoptó el nombre de Tar-Palantir, "El de Vista Penetrante". La hija de Inziladûn
      tuvo que haber sido la cuarta Reina, Tar-Míriel, pero el sobrino del Rey usurpó el
      cetro y se convirtió en Ar-Pharazôn el Dorado, último rey de los Númenóreanos.
        En  los  días  de  Tar-Elendil,  los  primeros  barcos  de  los  Númenóreanos
      volvieron a la Tierra Media. La hija mayor de Tar-Elendil se llamaba Silmariën.
      El hijo de Silmariën fue Valandil, primero de los Señores de Andúnië en el oeste
      de la tierra, y fue renombrado por su amistad con los Eldar. De él descendieron
      Amandil, el último señor, y su hijo Elendil el Alto.
        El sexto Rey tuvo sólo una hija. Ella fue la primera Reina; pues fue entonces
      cuando se promulgó una ley para la casa real: el mayor de los hijos del Rey,
      cualquiera fuera su sexo, recibiría el cetro.
      El reino de Númenor perduró hasta el término de la Segunda Edad, y su poder y
      esplendor crecieron de continuo; y hasta bien pasada la mitad de la Edad también
      crecieron  la  sabiduría  y  la  dicha  de  los  Númenóreanos.  El  primer  signo  de  la
      sombra  que  habría  de  caer  sobre  ellos  apareció  en  los  días  de  Tar-Minastir,
      undécimo  Rey.  Él  fue  quien  envió  una  gran  fuerza  en  ayuda  de  Gil-galad.
      Amaba a los Eldar, pero los envidiaba. Los Númenóreanos se habían convertido
      por entonces en grandes marineros, habían explorado todos los mares hacia el
      este  y  empezaban  a  añorar  las  aguas  prohibidas  del  Occidente;  y  cuanto  más
      dichosa era su vida, tanto más deseaban la inmortalidad de los Eldar.
        Además, después de Minastir, los Reyes se hicieron codiciosos, y buscaban la
      riqueza y el poder. En un principio los Númenóreanos habían llegado a la Tierra
      Media como maestros o amigos de los Hombres menos afortunados, afligidos por
      Sauron; pero luego sus puertos se convirtieron en fortalezas, y dominaron vastas
      tierras costeras. Atanamir y sus sucesores impusieron altos tributos, y los barcos
      de los Númenóreanos volvían cargados de botín.
        Fue  Tar-Atanamir  quien  primero  habló  abiertamente  en  contra  de  la
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