Page 1163 - El Señor de los Anillos
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de Aman la Bienaventurada, los Valar recurrieron al único, y el mundo cambió.
      Númenor  sucumbió  y  fue  tragado  por  el  Mar  y  las  Tierras  Imperecederas
      quedaron separadas para siempre de los círculos del mundo. Así llegó a su fin la
      gloria de Númenor.
      Los últimos conductores de los Fieles, Elendil y sus hijos, escaparon de la Caída
      en  nueve  barcas  llevando  consigo  un  vástago  de  Nimloth  y  las  siete  Piedras
      Videntes (que los Eldar les habían regalado); y fueron arrastrados por un huracán
      y arrojados a las costas de la Tierra Media. Allí establecieron en el noroeste los
      reinos Númenóreanos en el exilio, Arnor y Gondor. Elendil fue el Alto Rey y
      vivió en el norte, en Annúminas; y el gobierno del sur fue encomendado a sus
      hijos, Isildur y Anárion. Fundaron allí Osgiliath, entre Minas Ithil y Minas Anor,
      no lejos de los confines de Mordor. Porque este bien al menos, creían ellos, había
      resultado de la ruina: que Sauron hubiera perecido también.
        Pero no era así. Sauron, por cierto, había sido atrapado en la destrucción de
      Númenor,  y  la  forma  corpórea  en  que  había  andado  tanto  tiempo  pereció
      entonces; pero huyó a la Tierra Media como un espíritu de odio transportado por
      un viento oscuro. Le fue imposible recobrar otra vez una forma que pareciera
      adecuada a los ojos de los hombres y se volvió negro y espantoso, y de ahí en
      adelante sólo mediante el terror conservó su poder. Dominó nuevamente Mordor
      y se escondió allí por un tiempo en silencio. Pero mucha fue su cólera cuando se
      enteró  que  Elendil,  a  quien  odiaba  por  sobre  todos,  se  le  había  escapado  y
      gobernaba ahora un reino fronterizo.
        Por tanto, al cabo de un tiempo, hizo la guerra a los Exiliados, antes de que
      hubieran echado raíces. Orodruin irrumpió una vez más en llamas y recibió un
      nuevo nombre en Gondor: Amon Amarth, el Monte del Destino.
        Pero Sauron  atacó  demasiado  pronto, antes  de  haber  recuperado  su propio
      poder, mientras que el poder de Gil-galad había aumentado en su ausencia; y con
      la  última  Alianza  que  se  constituyó  contra  él,  Sauron  fue  vencido  y  el  Anillo
      único le fue arrebatado. Así llegó a su término la Segunda Edad.
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