Page 467 - El Señor de los Anillos
P. 467

llanura.
        Cuando las sombras de la noche se cerraban sobre ellos, Aragorn se detuvo.
      En toda la jornada sólo habían descansado dos veces y durante un rato, y ahora
      los separaban doce leguas del muro del este donde habían estado al alba.
        —Nos encontramos ante una difícil elección dijo Aragorn. ¿Descansaremos
      de noche o seguiremos adelante mientras tengamos voluntad y fuerzas?
        —A menos que nuestros enemigos también descansen, nos dejarán muy atrás
      si nos detenemos a dormir —dijo Legolas.
        —Supongo  que  hasta  los  mismos  orcos  se  toman  algún  descanso  mientras
      marchan —dijo Gimli.
        —Los  orcos  viajan  raras  veces  por  terreno  descubierto  y  a  la  luz  del  sol,
      como parece ser el caso —dijo Legolas—. Ciertamente no descansarán durante
      la noche.
        —Pero si marchamos de noche, no podremos seguir las huellas —dijo Gimli.
        —El rastro es recto, y no se desvía ni a la izquierda ni a la derecha hasta
      donde alcanzo a ver —dijo Legolas.
        —Quizás  yo  pudiera  guiaros  en  la  oscuridad  y  sin  perder  el  rumbo  —dijo
      Aragorn—, pero si nos extraviásemos o ellos se desviaran, cuando volviese la luz
      nos retrasaríamos mucho mientras encontramos de nuevo el rastro.
        —Hay algo más —dijo Gimli. Sólo de día podemos ver si alguna huella se
      separa de las otras. Si un prisionero escapa y si se llevan a uno, al este digamos,
      al  Río  Grande,  hacia  Mordor,  podemos  pasar  junto  a  alguna  señal  y  no
      enterarnos nunca.
        —Eso es cierto dijo Aragorn. Pero si hasta ahora no he interpretado mal los
      signos, los Orcos de la Mano Blanca son los más numerosos y toda la compañía
      se encamina a Isengard. El rumbo actual corrobora mis presunciones.
        —Sin embargo, no convendría fiarse de las intenciones de los orcos —dijo
      Gimli—. ¿Y una huida? En la oscuridad quizá no hubiéramos visto las huellas que
      te llevaron al broche.
        —Los orcos  habrán  doblado  las guardias desde  entonces,  y  los prisioneros,
      estarán cada vez más cansados —dijo Legolas—. No habrá ninguna otra huida,
      no  sin  nuestra  ayuda.  No  se  me  ocurre  ahora  cómo  podremos  hacerlo,  pero
      primero hay que darles alcance.
        —Y  sin  embargo  yo  mismo,  enano  de  muchos  viajes,  y  no  el  menos
      resistente, no podría ir corriendo hasta Isengard sin hacer una pausa —dijo Gimli
      —. A mí también se me encoge el corazón y preferiría partir cuanto antes, pero
      ahora tengo que descansar un poco para correr mejor. Y si decidimos descansar,
      la noche es el tiempo adecuado.
        —Dije que era una elección difícil —dijo Aragorn—. ¿Cómo concluiremos
      este debate?
        —Tú eres nuestro guía dijo Gimli y el cazador experto. Tienes que elegir.
   462   463   464   465   466   467   468   469   470   471   472