Page 66 - Libro El Perú en la Antártida
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EL PERÚ EN LA ANTÁRTIDA
“Tan pronto llegamos al campamento fui a los trineos para alimentar a los perros, y mirando a mi alrededor observé que Wilson me seguía; su rostro era muy grave, pero sus noticias lo eran aún más. Me comunicó que estaba especialmente alarmado por la salud de Shackleton; ignoraba si el desenlace podía presentarse en seguida, pero tenía la seguridad de que no estaba muy lejano.”
“La conversación solo podía sostenerse del modo más entrecortado por temor de que el enfermo pudiese alcanzar a oírla... hemos resuelto aumentar nuestra ración de carne de foca, como un esfuerzo más para contener el escorbuto. Por ahora no se me ocurre otra cosa. Debemos dedicar todos nuestros esfuerzos por mantener a Schakleton en pie, y tenemos que confiar a la suerte el hecho de conducirlo hasta el fin.”
“En el caso de que se desplome pronto y que ya no pueda caminar, no puedo pensar en ningún plan viable; solo podríamos llevarlo si Wilson y yo nos vamos relevando, pero dudo que aquel o yo mismo podamos recorrer la distancia que nos falta, de ese modo...”
Para aumentar los males, los perros ya caían presas del frío. Shackleton se desplazaba en esquíes para aminorar el esfuerzo de caminar sobre aquel manto de hielo, pero luego le fue imposible siquiera moverse. Sus compa- ñeros tuvieron que arrastrarlo en un trineo. Luego de un mes, por fin los tres expedicionarios arribaron al campamento, el 3 de febrero de 1903. Un barco de socorro, el Morning, fue de gran ayuda para trasladar a Schakleton de regreso a Inglaterra. No obstante, el Discovery permanecería algún tiem- po más atrapado entre el hielo. En esa instancia, Scott preparó su segun- da travesía, la cual se centraría en la exploración de la Tierra de Victoria, el grupo partió en octubre de 1903. Esta expedición fue fallida, el grupo expe- dicionario sufrió los embates de la naturaleza; por lo que la nave retornó en diciembre.
El Discovery pudo librarse finalmente de los hielos en febrero de 1904, acu- dieron algunas naves británicas en auxilio de los expedicionarios. En setiembre de ese año, Scott y sus compañeros arribaban a Inglaterra. Scott había cobra- do notoriedad y fue recibido por el rey Eduardo VII en medio de una gran acla- mación popular. El marino británico había marcado el rumbo para el arribo al Polo Sur. Otros lo seguirían, incluso el propio Schakleton, quien recuperado de sus heridas tomó la determinación de continuar lo que había iniciado con sus compañeros.
Cabaña utilizada por Shakleton cerca a Hut Point, conservada a través del tiempo.
EL TURNO DE SCHAKLETON
Ernest Schakleton retornaría a la Antártida en 1908, esta vez al mando de su propia expedición denominada Nimrod, la cual enfrentó desde un inicio pro- blemas al no contar con mayores auspicios como la anterior de Scott. Si bien tampoco lograría arribar al Polo Sur, sí lograría avanzar a un punto jamás alcanzado por expedición precedente.
Situado en Hut Point, Schakleton se aprestó a iniciar la caminata hacia el sur en noviembre de 1908, con el apoyo de seis hombres. Un mes después habían alcanzado el punto donde se detuvo la expedición de Scott, hacia el sur, atrave- sando las laderas y montañas. Desde la cima de una de ellas, que fue denomi- nado glaciar Beardmore, Schkleton narra:
“Desde esta cima, se abría ante nuestra vista un camino abierto hacia el sur, y se prolongaba ahí ante nosotros un gran glaciar que se extendía de sur a norte, entre dos elevadas cordilleras montañosas. Hasta donde alcanzábamos a ver, excepto hacia la boca, el glaciar parecía liso, lo que no podíamos dar por un hecho, ya que la distancia era muy grande...”
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