Page 24 - III Concurso Literario
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tanta curiosidad que no pudo aguantarse, cerró los ojos, y se dio cuenta de algo, estaba
dentro de ese mundo.
Emma no lo podía creer, estaba ahí adentro, y, de pronto escuchó una voz, Emma
se dio vuelta y vio a un hombre, era alto y flaco, con el pelo rubio y ojos marrones, él
había dicho algo, pero Emma no lo había escuchado, entonces el hombre repitió:
- ¿Hola, quien sos? ¿Estás sola? Yo soy Tom.
- Soy Emma, sí, estoy sola. ¿Vivís acá?
- Sí, vivo acá y también estoy solo. ¿Y vos? No creo que vivas por acá, nunca te
vi.
- No, yo vivo en Buenos Aires y llegué acá pasando por ese agujero -dijo Emma
mientras señalaba el agujero que había en el cielo.
- Ah, con razón, bueno te doy la bienvenida a Fin.
- ¿Fin? ¿Qué es eso?
- Bueno es donde estamos, esta ciudad se llama Fin.
- ¿Porque se llama Fin?
- Mejor vamos a mi casa ahí vamos a estar más cómodos, te prometo que te voy a
explicar.
- Eh...Bueno está bien -se decidió Emma.
Unos minutos más tarde…
- Ok, mientras tomas tu té te voy a explicar por qué se llama Fin. Hace cinco años
llegó un chico de …. espera ¿cuántos años dijiste que tenías?
- No lo dije, tengo doce.
- Bueno, qué coincidencia, él también.
- ¿Cuál era su nombre? -preguntó Emma.
- Finn Fletcher -dijo Tom. En fin, tenía doce años y había venido a buscar a su
papá que era el alcalde. Todos los días lo hacía porque tenían que cenar. El alcalde era el
alcalde porque él fue el que descubrió este mundo entonces todos los días, después de
desayunar venía, después de un rato Finn venía y se iban a almorzar. Después de
almorzar él volvía, después de un rato Finn venía y se iban a cenar después de cenar él
volvía, y después se iba. Pero un día el alcalde no vino, todos pensamos que se había
quedado dormido, pero no, resulta que el alcalde se había mudado a otro país sin
avisarnos, y también, Finn estaba acá adentro. Al rompecabezas sólo se puede entrar
desde afuera sacando la ficha pero nadie la sacó entonces las personas empezaron a
enojarse y el hechicero del pueblo se enojó tanto que lanzó una maldición al pueblo, que
sólo alguien que de verdad fuera un amante de los rompecabezas podría liberarnos.
- Ah, entonces no es tan difícil. -dijo Emma
- En realidad sí porque también tenés que conseguir la llave dorada que está
dentro de la bóveda 888. Y la contraseña de la bóveda 888 la tiene ni nada más ni nada
menos que Fred el guardián del museo. Pero Fred, digamos que tiene muchas cosas y
nunca las ordenó. En fin, se llama Fin en nombre de Finn Fletcher que juró que iba a
encontrar la forma de salir, y no se equivocó, la encontró, pero no la logró abrir porque
murió en el intento.
- ¿Como? -preguntó Emma.
- Se le cayó encima una gran pila de papeles titulados: CONTRASEÑAS DE
BÓVEDAS. El punto es que solo tenés que:
1. Visitar a Fred y encontrar la contraseña.
2. Ir al banco y entrar en la bóveda (me imagino que debe de haber más
cosas sino sería muy fácil de parte de el hechicero).