Page 146 - Casados o Cansados
P. 146
De tal forma que nosotros pensamos que solamente diciendo las
palabras mágicas "te amo, te quiero", con eso basta, el otro debe
conocer nuestros sentimientos hacia él y creer en ellos, pero eso no es
así, sino que cada frase debe estar acompañada de una prueba que
demuestre la autenticidad de ese sentimiento.
Hay casos en los que la prueba de amor es tan fuerte que no son
necesarias las palabras, ya que es evidente. En hebreo existen dos
palabras básicas: "tahavá" (deseos, ambiciones, anhelos) y "ahavá"
(amor, cariño), el ser humano se mide cuando se le confrontan estos dos
aspectos de su naturaleza, la tahavá y la ahavá. Daremos un ejemplo
claro de ello entre D-os y nosotros. Si comimos carne y de repente nos
conseguimos el chocolate que tanto nos gusta, en este momento entra
en conflicto nuestro amor y apego a D-os y el deseo de complacerme a
mi mismo; allí precisamente se mide mi grado de amor hacia Él. Igual
sucede con la pareja, digamos que un marido está concentrado viendo
un partido de fútbol y en el momento decisivo del juego, entra la mujer
pidiéndole que por favor, la acompañe a comprar un par de zapatos ya
que pronto cerrará la tienda. En ese momento se confrontan el amor
hacia ella y su pasión por el fútbol, si él le saca una "tarjeta roja"
mandándola fuera, de nada servirá que le diga que la ama, pero si él
deja todo y sale a acompañarla, no hace falta que diga que la quiere.
En conclusión, decir "te amo" es una cosa, y que el otro lo acepte,
es otra cosa, ya que a veces suena como "me amo".
Debemos procurar durante nuestra vida matrimonial, anteponer
siempre el amor hacia la pareja como nuestra verdadera prioridad,
pensando siempre en complacer al otro y no siempre en "ser feliz", sino
cómo "hacer feliz" a mi pareja. Entonces podremos decir: "te amo, te
quiero" planamente.