Page 6 - Escuela, docencia y educación
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Nota del autor a la edición española
Dios sufre a los malos,
pero no para siempre 1
Muestra gratuita
Miguel de Cervantes
Mis abuelos maternos, Jesús Paschoal González y María
Zurdo, ambos nacidos en Zamora, en España, llegaron a
Brasil a finales del siglo xix, cada uno por su lado, y fue en
tierras brasileñas donde se conocieron.
Formaron una familia, que a su vez formó otras familias,
y estas formaron aún más familias, hasta llegar a mi madre,
Emília, profesora, que me tuvo a mí, también profesor.
Mi abuelo Jesús murió precozmente y no llegué a cono-
cerlo personalmente, aunque tengo vivos varios relatos de su
memoria y algunas fotografías; mi abuela María vivió hasta
los 94 años, y pudo presenciar el nacimiento de dos de mis
tres hijos y convivir con muchos nietos y bisnietos.
Esta abuela española hablaba el portugués con un acento
delicioso, pero cuando regañaba o educaba a sus nietos (yo
entre ellos), lo hacía en su idioma materno, especialmente al
elevar la voz para decir “¡Dejen de pelear!”. Acto seguido
repetía sonriendo la frase de Cervantes registrada en el epí-
grafe. Aunque nos asustábamos un poco, nos quedábamos
embelesados con la sonoridad de esa lengua, hasta el punto
de pedirle que nos hablara tan solo en español, lo cual hizo,
con alegría, hasta el final de su vida.
1 Tomado de Don Quijote de la Mancha, Segunda parte, Cap. XL. El
autor recompone en esta cita el refrán: “Dios consiente, mas no para
siempre” [N. Trad.].
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