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Tan bueno como el pan




                     de plata) de la llegada de los primeros salesianos al Perú en 1891. Pane –recordemos–
                     había sido uno de ellos. Se le encomendó dar clases en el Colegio Salesiano de Breña,
                     pero también una misión de suma importancia: retomar la construcción del gran templo a
                     María Auxiliadora. La ocasión que esperó durante muchos años había llegado.
                        Esta vez no podía cometer errores. Para asegurarse que el diseño y la construcción
                     fueran adecuados, pidió a sus superiores que se contrate como arquitecto al padre Ernesto
                     Vespignani. Este sacerdote salesiano era un famoso constructor de varios templos en Italia
                     y algunos países de Sudamérica, sobre todo en Argentina.

                        Vespignani era italiano, pero vivía con los Salesianos de Buenos Aires. Allí era inspector
                     su hermano, el padre José Vespignani, quien había sido compañero de Pane en la expedición
                     misionera que perdió por enfermarse de paludismo varios años atrás.
                        El padre Ernesto Vespignani llegó al puerto del Callao el 3 de marzo de 1916. Ese mismo
                     día se instaló en Breña. Su fama hizo que el diario El Comercio de Lima publicara una nota
                     en la que anunciaba su llegada:

                        “Procedente de Buenos Aires, se encuentra en esta ciudad el padre Ernesto Vespignani,
                     notable arquitecto, considerado justamente como un especialista en el arte arquitectónico
                        cristiano. Ha venido a Lima llamado por el padre Reyneri, inspector de los salesianos
                     en esta república, para iniciar definitivamente los trabajos del proyectado templo de María
                     Auxiliadora en Breña”.

                        La primera propuesta de Vespignani no agradó a Pane. El padre Carlos quería algo
                     monumental, que superara el proyecto anterior. Para eso le pidió al arquitecto que no
                     pusiera la puerta principal hacia el pequeño Pasaje María Auxiliadora, sino hacia la gran
                     Avenida Brasil, una de las más importantes de Lima. Además, le pidió añadir una torre
                     monumental que superara en altura a todas las que existían en la ciudad. No lo sabemos,
                     pero aquel recuerdo de las torres de las iglesias de Lima vistas desde el vapor Lautaro debió
                     animarlo: ¡esta iglesia sería la más alta de todas y anunciaría, a lo lejos, la grandeza de la
                     obra de Don Bosco y la devoción salesiana a María Auxiliadora a todos los viajeros que
                     llegaban a la ciudad!
                        El arquitecto Vespignani complació al padre Pane, quien en 1916 ya tenía 60 años.
                     Diseñó una iglesia que sería uno de los grandes ejemplares de la arquitectura religiosa de
                     la ciudad de Lima: 2000 m  y una torre de casi sesenta metros de altura, considerada la más
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                     alta de la capital durante toda la primera mitad del siglo XX.

                        Se proyectó su finalización para 1921, año en que el Perú celebraría cien años de la






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