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1. El humanismo de inspiración cristiana



                                                 A lo largo de la historia, el cristianismo ha reflexionado, a la luz de la fe, sobre el
                                                 ser humano y coincide con los otros humanismos al poner a la persona por
                                                 encima de los demás seres de la naturaleza.
                                                 Pero, a diferencia de los humanistas ateos, que dudan o niegan que Dios y la
                                                 religión puedan conciliarse con el ser humano, el humanismo cristiano afirma
                                                 que todos los hombres y mujeres han sido creados por Dios y explica el sentido
                                                 trascendente de la persona, es decir, la capacidad del ser humano de relacionarse
                                                 con Dios, su Creador.
                                                 Hemos resumido las coincidencias y las diferencias más significativas sobre la
                                                 persona humana que el cristianismo y los humanismos ateos mantienen.

                                                            Coincidencias del cristianismo con el humanismo ateo




                                                  • La persona constituye en sí misma un todo, una unidad. Cada persona es única e
                                                   irrepetible.
                                                  • Posee unos derechos inalienables, conocidos como Derechos Humanos, que radican
                                                   en la propia esencia de persona.
                                                  • Por su naturaleza, la persona es un ser social, es decir, no puede vivir ni desarrollarse
                                                   plenamente sin relacionarse con los demás.
                                                  • Es libre e inteligente, puede y debe decidir por ella misma, y es responsable de
                                                   sus actos.



                                                             Diferencias del cristianismo con el humanismo ateo




                                                  El cristianismo, sobre el ser humano, cree que:
                                                  • La persona, creada a imagen y semejanza de Dios, posee una dimensión espiritual
                                                   y un alma inmortal.
                                                  • El ser humano es hijo adoptivo de Dios, a quien puede llamar Padre, puede expe-
                                                   rimentar su amor y puede relacionarse con Él.
                                                  • Dios conoce lo más recóndito del ser humano.
                                                  • Por sí misma, la persona es incapaz de dominar el mal y necesita la ayuda de Dios
                                                   para conseguirlo.


                                                 Pero, como bien sabes, el cristianismo no solo valora al ser humano, sino que
                                                 además resalta la dignidad de que Dios lo ha revestido.

                Podemos proponer al ateo que se
                asome al Evangelio para ver si puede
                seguir afirmando que Dios, tal como
                aparece en Cristo, niega al hombre;   De todas las criaturas visibles solo el hombre es capaz de conocer y amar a su
                para ver si la sospecha moderna con-  Creador; es la única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma;
                tra Dios […] se deshace al chocar con  solo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de
                la figura de Cristo.              Dios. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón fundamental de su dignidad.
                                                                                        Catecismo Iglesia Católica, N.° 356
                             A. Torres Queiruga







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