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MARCOS  289


       Cinco panes y dos peces... y Jesús (Mc 6,34-44)
        34  Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció
       de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles
       largo rato.  Como se había hecho tarde, sus discípulos se acercaron
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       y le dijeron: «Este es un lugar desierto, y ya es muy tarde.  Despide
       a la gente, para que vaya a los campos y pueblos cercanos a comprar
       algo para comer».  Él respondió: «Denles de comer ustedes mismos».
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       Ellos le dijeron: «Habría que comprar pan por valor de doscientos
       denarios para dar de comer a todos».  Jesús preguntó: «¿Cuántos
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       panes tienen ustedes? Vayan a ver». Después de averiguarlo, dijeron:
       «Cinco panes y dos pescados».  Él les ordenó que hicieran sentar a
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       todos en grupos, sobre la hierba verde,  y la gente se sentó en gru-
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       pos de cien y de cincuenta.  Entonces él tomó los cinco panes y los
       dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición,   La «fracción del pan»
       partió los panes y los fue entregando a sus discípulos para que los     evoca la eucaristía.
                                                          Después de dos mil años
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       distribuyeran. También repartió los dos pescados entre la gente.  To-
                                                          seguimos reproduciendo aquella
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       dos comieron hasta saciarse,  y se recogieron doce canastas llenas
                                                          imagen primigenia de la Iglesia.
                                                          Y, mientras lo hacemos en la
                                                          celebración eucarística, los ojos
                                                          del alma se dirigen al Triduo
                                                          Pascual: a lo   que ocurrió la →



                                                          → tarde del Jueves Santo,
                                                          durante la Última Cena y
                                                          después de ella. La institución
                                                          de la eucaristía, en efecto,
                                                          anticipaba sacramentalmente
                                                          los acontecimientos que
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       de sobras de pan y de restos de pescado.  Los que comieron eran   tendrían lugar poco más tarde.
       cinco mil hombres.                                 PAPA JUAN PABLO II, Ecclesia de
                                                          Eucharistia, 3
       Una aparición (Mc 6,45-52)
         Enseguida, Jesús obligó a sus discípulos a que subieran a la bar-
        45                                                  Los discípulos son
                                                          importantes. Es poca cantidad la
       ca y lo precedieran en la otra orilla, hacia Betsaida, mientras él   que han reunido, pero Jesús hace
       despedía a la multitud.  Una vez que los despidió, se retiró a la   que puedan sacar a manos llenas.
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       montaña para orar.  Al caer la tarde, la barca estaba en medio del   El Señor pasó delante de
       mar y él permanecía solo en tierra.  Al ver que remaban muy pe-  él y exclamó: «El Señor
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       nosamente, porque tenían viento en contra, cerca de la madrugada   es un Dios compasivo y
                                                          bondadoso, lento para enojarse
       fue hacia ellos caminando sobre el mar, e hizo como si pasara de   y pródigo en amor».
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       largo.  Ellos, al verlo caminar sobre el mar, pensaron que era un
                                                          Ex 34,6
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       fantasma y se pusieron a gritar,  porque todos lo habían visto y es-
       taban sobresaltados. Pero él les habló enseguida y les dijo: «Tran-  Solo Dios puede decir «yo»
       quilícense, soy yo; no teman».  Luego subió a la barca con ellos y   en el pleno sentido de la
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                                                          palabra, porque solo él carece
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       el viento se calmó. Así llegaron al colmo de su estupor,  porque
                                                          de toda determinación ajena.
       no habían comprendido el milagro de los panes y su mente estaba   Este «yo» de Dios se muestra
       enceguecida.                                       en la persona de Jesús.
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