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Además de las bolas de piedra como en las pirámides de Bosnia y Centroamérica
(cada vez hay menos porque las roban), "puertas de rastrillo" con encaje perfecto y
tantas cosas extrañas para los más avanzados ingenieros modernos, apenas
podemos saber todavía con exactitud el tipo de energía que se manejaba, pero
podemos comparar las construcciones egipcias con las de las grandes catedrales,
con sus subterráneos destinados a hacer circular la energía telúrica de tal modo que
la persona que se encuentra en el ara se beneficia con una potente corriente
magnética capaz de mantenerle en elevación psíquica y claridad de consciencia, así
como a los fieles les produce sensaciones de plenitud orgánica y regularidad
neuronal, que estos interpretan como "energía espiritual". Las catedrales y otros
templos están construidos para producir efectos fisiológicos sutiles y profundos
impactos psicológicos; las construcciones egipcias producían energías más variadas, puesto que su complejidad es mucho
mayor.

Los arqueólogos se empeñan en imaginar "cámaras
sepulcrales" donde nunca hubo tumbas, "sarcófagos" donde
nunca hubieron cadáveres, "altares" donde nunca se ofició rito
alguno y representaciones místicas donde todo apunta a
utilidades que nada tienen que ver con lo espiritual, por más que
se hayan incluido aspectos artísticos en las obras, muchos de
los cuales pudieron ser añadidos por los herederos que tenían
vaga idea de la tecnología representada o utilizada por los
constructores originales.
Cierto es que algunas veces los verdaderos profanadores
fueron quienes ocuparon esos sitios para enterrar algunos
muertos o venerar a alguna deidad, pero eso es todo. No hay
concordancia entre la mentalidad de los constructores, en sus
capacidades tecnológicas, en sus soberbias ideas esotéricas y científicas, con los egipcios que apenas si conocían el uso
de la rueda y andaban en carretas, que medían con sogas y varas... Que tenían por "dioses" a los antiguos a los cuales
adoraron en las construcciones que aquellos les dejaron...