Page 148 - El Necronomicon
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Tierra, y la Serpiente estará completa, y las Aguas serán  Una
       cuando en lo alto los cielos no hayan sido nombrados.
          Recordad proteger el ganado del poblado y a vuestra familia.
       El Signo Mayor y el Signo de la Raza. Pero también el del Obser-
       vador, si son lentos. En ese momento no ha de realizarse ningún
       sacrificio, porque la sangre se derramará por aquellos que han
       entrado, quienes los llamarán.
          Recordad manteneros en terreno bajo, no alto, porque los An-
       tiguos suben con facilidad a las cimas  de  los  templos  y  de  las
       montañas, desde donde pueden observar lo que han perdido la
       última vez, Y los sacrificios realizados en las cimas de esos tem-
       plos son ignorados por Ellos.
          Recordad que vuestra vida es agua que corre, no agua quie-
       ta, porque esta última es el lugar donde florece LILITU,  y  sus
       criaturas son los vástagos de Ellos, y, adoran ante Sus altares,
       lugares que a vosotros os son desconocidos. Pero donde veáis
       una piedra erguida, allí estarán, pues así es su altar.
          Recordad tallar los signos tal como yo os he dicho, sin cam-
       biar marca alguna, si no queréis que el amuleto resulte una mal-
       dición para quien la lleve. Sabed que la sal absorbe los efluvios
       malignos de las larvas, y resulta útil para limpiar los utensilios. No
       le habléis primero al demonio; dejad que él os hable primero. Y si
       lo hace, ordenadle que hable con claridad, con voz suave y agra-
       dable, y en vuestra lengua, porque, de lo contrario, os confundirá
       y os ensordecerá con su rugido. Y  ordenadle  que  contenga  su
       hedor para que no os debilite.
          Recordad que el sacrificio no debe ser ni muy grande ni muy
       pequeño, pues si es demasiado pequeño el demonio no vendrá
       o, si viene, se encolerizará con vosotros, de modo que no habla-
       rá, aunque se lo ordenéis, porque ésa es la Alianza. Y si es de-
       masiado grande, crecerá demasiado y muy rápido y será difícil
       de controlar. Un demonio así fue invocado por aquel Sacerdote
       de Jerusalén, ABDUL BEN-MARTU, y alimentado copiosamente
       con las ovejas de Palestina, llegando a adquirir unas proporcio-
       nes aterradoras, hasta que lo devoró a él. Pero eso fue una locu-


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