Page 7 - La Pluma, y el Papel Femenino
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2. Lo masculino: monofocal Lo femenino: multifocal

               La segunda diferencia entre lo femenino y lo masculino tiene que ver con una capacidad
               estructural  o  neurológica  distinta  entre  hombres  y  mujeres.  Se  ha  descubierto  que  los
               hombres  tienen  la  capacidad  de  concentrarse  con  mayor  facilidad  en  una  sola  cosa;  en
               cambio,  las  mujeres  tenemos  lo  que  se  entiende  como  una  capacidad  multifocal  a  nivel
               neurológico. Esto no debe dar a entender como que por el hecho de ser mujer se tenga un
               plus o una ventaja y, por ende, la multifocalidad masculina sea un hándicap en contra para
               los hombres. La verdad es que si bien la multifocalidad puede ser un aspecto muy positivo
               dentro de lo femenino, ya que otorga el poder de concentrarse en distintas cosas a la vez —
               no es poco frecuente ver a mujeres viendo televisión, planchando, hablando por teléfono y
               al mismo tiempo revisando las tareas de sus niños—, es asimismo causa de gran cansancio
               y agotamiento. Esto también dificulta el que la mujer pueda soltar, pues al estar concentrada
               en varias cosas le es mucho más difícil discriminar y discernir qué debe dejar de hacer en
               ese momento y con qué es mejor continuar, dado que no está por completo atenta a todas
               esas actividades. Los hombres en general pueden ver televisión, pero no les gusta hablar y
               ver tele al mismo tiempo, pues esto les significa desconcentrarse de una de las dos cosas
               para ser ciento por ciento eficientes: o ven televisión o hablan, si no es así se van a sentir y
               se  mostrarán  molestos  o  enojados.  Mientras  más  haya  desarrollado  un  hombre  su  lado
               femenino  más  y  mejor será  capaz  de  poder  atender  dos  o  más  cosas  a  la  vez,  pero  su
               tendencia será siempre a concentrarse en un solo punto y no en varios al mismo tiempo.
               Esto  explicaría  en  parte  el  que  un  hombre  que  vive  en  condiciones  habitacionales  más
               precarias, pueda tener relaciones sexuales con su mujer mientras sus hijos están próximos;
               en ese momento él estará principalmente concentrado en el aspecto sexual o en el hecho
               de  estar  con esa  mujer.  Para  la  mujer  esto  es mucho más  difícil  ya  que  le  es  imposible
               desconcentrarse de los ruidos o de otros estímulos para conseguir el relajo o el desbloqueo
               que le permita proceder satisfactoriamente en el plano sexual. En fin, es muy extensa la
               lista  de  ejemplos  que  muestran  lo  difícil  que  es  para  las  mujeres  focalizarse  en  un  solo
               aspecto y lo fácil que es para los hombres realizar esto mismo.



               3. Lo femenino resuelve los conflictos hablando; lo masculino, en silencio

               La tercera diferencia relacionada con lo femenino y lo masculino es que la mujer necesita
               hablar para resolver sus conflictos. Comprender esto tiene gran relevancia, ya que en este
               punto se origina la necesidad de las mujeres de conversar. Y esto que de alguna manera
               muchas  veces  es  interpretado  por  el  mundo  masculino  como  propio  de  la  ociosidad,  al
               evaluarlo  desde  un  punto  de  vista  afectivo  vemos  cuánto  incide  y  cuán  relevante  es
               respecto de la resolución de los conflictos. La mujer necesita transmitir los procesos por los
               que está pasando, pues al mismo tiempo va ordenando su cabeza y obteniendo posibles
               soluciones. Lo masculino, en cambio, sólo habla cuando tiene los conflictos resueltos; es
               decir, va a llegar de una u otra manera a contar sus situaciones en la medida en que cuenta
               los éxitos o los fracasos, pero ya con carácter de definitivo. En cuanto mejor desarrollado
               tenga un hombre este aspecto femenino más capaz será de transferir y de transmitir los
               intermedios de los conflictos o de los procesos afectivos que está viviendo; de no ser así,
               solamente contará los resultados. Es frecuente que al preguntar a un hombre qué le pasa
               (pues  uno  ve  que  está  con  cara  larga)  se  obtenga  por  respuesta  un  "nada".  Y  seguirán
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