Page 10 - La Pluma, y el Papel Femenino
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baño, no ve cuando orina, ella sólo escucha y siente que orina. Cuando la mujer da pecho
tampoco ve con exactitud lo que está pasando con su leche, sólo puede estar segura de
que la guagua está tomando cuando siente que succiona. La excitación sexual de la mujer
no proporciona reportes visuales, no hay nada evidente a través de lo cual pueda graficar
en términos simples qué está ocurriendo un proceso de excitación sexual; de lo que sí se
puede dar cuenta, en primera instancia al menos, es de que siente unas ciertas
"cosquillitas" en su cuerpo y esto suele traducirse como equivalente a una excitación. Algo
muy parecido ocurre con la respuesta orgásmica. Las mujeres nos hemos puesto de
acuerdo de manera bastante cómica en que todas experimentamos un mismo tipo de
orgasmo, cuando objetivamente la sensación orgásmica es algo absolutamente subjetivo,
cuya evaluación depende de la historia de cada mujer, porque no existe ningún dato —
como sí ocurre con los hombres— visual que le indique que está experimentando un
orgasmo. Todos estos procesos afectivos o emocionales que se resuelven más bien por
medio del escuchar y sentir, generarían, a su vez, el que la programación y el acceso a la
información en la mujer sea a través del oído y de las sensaciones auditivas, táctiles y
olfativas. Todo lo escrito en el párrafo anterior explicaría el que las mujeres tengamos más y
mejor desarrollada nuestra capacidad intuitiva, ya que nuestras sensaciones o nuestra
forma de conocer el mundo se realiza principalmente a través de sensaciones. Destacó a
propósito de lo expuesto en este capítulo lo importante que es para la estructura psicológica
femenina el escuchar, el oír que las quieren, que se ven bonitas, que son las personas más
importantes, porque, en gran medida, esas palabras nos hacen sentir que eso es verdad.
En los últimos avances de tratamiento a mujeres maltratadas físicamente por hombres, se
ha descubierto que si la mujer que está sufriendo el maltrato deja de escuchar al hombre
que lo propina puede adquirir la seguridad interna para no permitir nunca más que le
vuelvan a pegar. Pero mientras esa mujer siga escuchando lo que ese hombre le dice a
modo de disculpas —"mi amor, estaba borracho", "fue sin intención"—, dado el poder que
para ella tiene lo auditivo seguirá creyendo en sus palabras, con las consecuencias que
todos conocemos: el hombre incidirá en la conducta de agresión. A esta diferencia entre
hombres que ven y mujeres que oyen se debe en parte el que no haya proliferado la ropa
interior masculina a la par de la femenina. Es factor más relevante para nosotras el oír de un
hombre que nos encuentra atractiva que el verlo con una ropa interior especial. Antes que
tener que ver ropa interior o no ropa interior preferimos que nos hagan sentir que gustamos
o que nos quieren; por eso también es que la ropa femenina cada vez tiene más surtido o
es más variada, pues buscamos ser atractivas y queridas. La pornografía es
mayoritariamente masculina, por que, como hemos visto, las imágenes atraen
principalmente a los hombres. Las mujeres, en cambio, serían candidatas perfectas a
enganchar o hacerse adictas al chat, ya que éste es interpretado como un mensaje auditivo
de conversación tremendamente reforzador para la estructura psicológica femenina. El
significado o la connotación que le doy a lo que escribo o a lo que me escriben depende en
mayor parte de mis variables emocionales y afectivas y no de un criterio objetivo y real
expresado en la conversación. Esta diferenciación entre ver y oír nos acerca al hecho de
que hombres y mujeres puedan mirar aspectos distintos del mundo. Dado lo fundamental de
este punto volveré a revisarlo más adelante a propósito del comportamiento adolescente de
las niñitas de hoy día. La programación masculina está determinada de tal forma que los
niños, desde muy pequeños compiten con sus chorros de orina para ver quién puede llegar
más lejos; más grandes competirán por el tamaño del pene (quién lo tiene más grande o
más chico, piensan, daría cuenta de un supuesto rendimiento sexual). Esto, a pesar de que
está comprobado con creces que el tamaño no tiene nada que ver ni con la capacidad de