Page 90 - Vuelta al mundo en 80 dias
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Entretanto, se andaba rápidamente. John Bunsby tenía buena esperanza. Varias veces dijo a
                  mister Fogg que llegarían a tiempo a Shangai. Mister Fogg respon-día simplemente que
                  contaba con ello. Por lo demás, toda la tripulación desplegaba su celo ante la recom-~ensa,
                  que engolosinaba a la gente. No había, por con-siguiente, escota que no se hallase bien
                  tendida, ni vela que no estuviese bien reclamada, ni podía imputarse al timonel ningún falso
                  borneo. No se hubiera maniobra-do con más maestría en una regata del "Royal Yacht
                  Club".

                  Por la tarde, el piloto reconocía como recorridas doscientas veinte millas desde
                  Hong Kong, y Phileas Fogg podía esperar que al llegar a Yokohama no ten-dría tardanza
                  ninguna que apuntar en su programa. Por consiguiente, el primer contratiempo serio que
                  experi-mentaba desde su salida de Londres, no le causaría, probablemente, perjuicio
                  alguno.

                  Durante la noche, hacia las primeras horas de la mañana, la "Tankadei a" entraba
                  francamente en el estrecho de Fo Kieu, que separa la costa china de la gran isla de
                  Formosa, y cortaba el trópico de Cáncer. El mar estaba muy duro en dicho estrecho, lleno
                  de remolinos, formados por las contracorrientes. La gole-ta iba muy trabajada. La marejada
                  quebrantaba su mar-cha, y era muy difícil tenerse de pie sobre cubierta.

                  Con el alba, el viento arreció más. Había en el cielo apariencias de un cercano chubasco.
                  Además, el baró-metro anunciaba un próximo cambio en la atmósfera; su marcha diuma era
                  irregular, y el mercurio oscilaba capri-chosamente. La marejada hacia el Sureste se
                  presentaba ampollada, como indicio precursor de la tempestad. La víspera se había puesto
                  el sol entre una bruma roja, en medio de los destellos forforescentes del Océano.

                  El piloto examinó, durante mucho tiempo, aquel mal aspecto del cielo, y munnuró, entre
                  dientes, algu-nas palabras poco inteligibles. En cierto momento, dijo en voz baja a su
                  pasajero:

                   ¿Puede decirse todo a Vuestro Honor?

                   Todo  respondió Phileas Fogg.

                   Pues bien; vamos a tener chubasco.

                   ¿Del Norte o del Sur?  preguntó sencillamen-te mister Fogg.

                   Del Sur. Vedio. Se está preparando un tifón.

                   Vaya por el tifón del Sur, puesto que nos empu-jará hacia el buen lado  respondió Fogg.

                   Si así lo tomáis  replicó el piloto , nada tengo que decir.

                  Los presentimientos de John Bunsby no lo engañaban. En una época menos avanzada del
                  año, el tifón según expresiones de un célebre meteorólogo, se hubiera desvanecido en
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