Page 93 - Vuelta al mundo en 80 dias
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Los temores se despertaron con viveza. Se quería llegar a toda costa. Todos, excepto
                  Phileas Fogg, sen-tían latir su corazón de impaciencia. ¡Era necesario que la goleta se
                  mantuviese en un promedio de nueve millas por hora, y el viento seguia calmándose! Era
                  una brisa irregular que soplaba de la costa a rachas, después de cuyo paso desaparecía el
                  oleaje.

                  Sin embargo, la embarcación era tan ligera, sus velas, de tejido fino, recogían tan bien los
                  movimien-tos sueltos de la brisa que, con ayuda de la corriente, a las seis, John Bunsby no
                  contaba ya más que diez millas hasta la ría de Shangai, porque esta ciudad esta situada a
                  doce millas de la embocadura.

                  A las siete todavía faltaban tres millas hasta Shangai. De los labios del piloto se escapó una
                  formidable impre-cación. 1,a prima de doscientas libras iba a escapársele. Miró a mister
                  Fogg, quien estaba impasible, a pesar de que se jugaba en aquel momento la fortuna entera.

                  Entonces apareció sobre el agua un largo huso negro, coronado por un penacho de humo.
                  Era el vapor americano, que salía a la hora reglamentaria.

                   ¡Maldición!  exclamó John Bunshy, que rechazó la barca con desesperado brazo.

                   ¡Señales!   dijo simplemente Phileas Fogg.

                  En la proa de la ‘Tankadera” había un cañoncito de bronce, que servía para señales en
                  tiempo de bruma.

                  El cañón se cargó hasta la boca; pero, en el momento en que el piloto iba a aplicar la
                  mecha, dijo mister Fogg:

                   ¡La bandera!

                  La bandera se arrió a medio mástil, en demanda de auxilio, esperando que, al verla, el vapor
                  americano modificaría su rumbo para acudir a la embarcación.

                   ¡Fuego!   dijo mister Fogg.

                  Y la detonación estalló por los aires.



                  XXII


                  El "Carnatic", salido de Hong Kong el 7 de noviembre, a las seis y media de la tarde, se
                  dirigía a todo vapor hacia las tierras del Japón. Llevaba carga-mento completo de
                  mercancias y pasajeros. Dos cáma-ras de popa estaban desocupadas; eran las que se habí-an
                  tomado para Phileas Fogg.
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