Page 154 - Huasipungo - Jorge Icaza
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Nadie  le  hace  caso  y  tiene  que  atrope- J55
            "llar  con  la  mula  la  desobediencia  de  los  in-
             dios.  Un  langa  se  debate  en  las  pat.as  de
             la bestia  cubriéndose la  cara  con  el poncho .
              .  -Te  trinqué,  no.  ¡Toma,  pendejo!
              El  ambiente  vende  vomitivos  con  carácter  de
             urgentes,  de  forzosos;  las  ventanas  de  la  nariz,  en
             vez  de  contraerse  en  repulsión,  se  abren  palpitan-
             do  de  placer.  Una  veintena  de  gallinazos  tiene  que
             interrumpir· su  festín  de  in tes tinos  de  buey,  y  al-
             zar  el  vuelo  porque  unos  indios  se  han  puesto  a
             cavar  una  fosa  profunda  junto  a  la  mesa  de  las
             aves  carnívoras.
              Empieza  el  arrastre  par.a  echarlo  en  el  hueco,
             ahora  es  cuando  los  indios  sacan  toda  su  agilidad
             de.  escamoteadores  para  ocultar  una  lonja  de  car-
             ne  entre  la  cotona.  La  mortecina  con  las  tripas
             chorreando, con  las cuencas.  de  los  ojos  vacías,  con
             el  ano  dcsgarr~do  por  los  picotazos  de  las  aves
             carnívoras,  con  fetidez  a  caz-roña,  se  deja  llevar
             por  la  peonada  dejando  un  surco  sembrado  de
             queresas.  Murmullo  de  fras·es  qui~huas se  filtra en-
             tre  los  arrastradores.  El  Andrés  arranca  un  peda-
             zo de  carne  que  cuelga  de  la pierna y  se mete  pre-
             cipitadamente  bajo  el  poncho,  mas,  el  acial  del
             mayordomo  le  envuelve  en  un  hietazo  que  pesqui-
             sa  hasta  los  huesos.
                 u   A    S           u    N   G   o







                     Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"
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