Page 14 - 12 Kepler
P. 14
es que Kepler lo escribía todo, desde sus errores pasados hasta las
conclusiones definitivas. Quería imitar en esto a «Colón, a Maga-
llanes y a los navegantes portugueses», que no solo relataban sus
movimientos felices, sino también todos los errados que habían
tenido que enmendar. Así escribía él, incluyendo sus errores con-
tados con todo tipo de deducciones matemáticas, tablas, etc., con
objeto de que se apreciara el curso tortuoso de sus pensamientos.
Y todo lo aderezaba con hermosas ocurrencias literarias y religio-
sas. No es de extrañar que Newton dedicara un tiempo cuantioso
en encontrar sus tres famosas leyes.
Suele ignorarse otra faceta de la actividad científica de Ke-
pler, como es el desarrollo de la óptica geométrica. Partiendo
prácticamente de cero, salvo los estudios previos de Alhacén, es-
tudió con tal acierto los sistemas ópticos, que los libros actuales
de óptica geométrica siguen no solo su planteamiento, sino sus
mismos dibujos y hasta su misma nomenclatura. Sería justo que
los clásicos dibujos esquemáticos de la óptica geométrica se lla-
maran «diagramas de Kepler», o algo parecido.
Entre sus méritos como científico destacan su meticulosidad
con los datos y su habilidad matemática. Los autores anteriores,
como Ptolomeo o Copérnico, se daban por satisfechos si lograban
reproducir los datos reales permitiéndose errores de más de doce
minutos. Kepler solo se permitía errores de menos de dos minu-
tos. Para algo tenía los mejores datos que jamás se habían obte-
nido, los de Tycho Brahe.
Huelga aludir a su gran capacidad de trabajo. Con la pasión
con que siempre vivió, con esos arrebatos místicos, no resulta
extraño. Pero sí que cabe destacar su poder de concentración.
Vemos cómo su mente sigue caliente, elaborando resultados, bue-
nos y malos, pero siempre interesantes, mientras está ocupado en
la defensa del proceso de brujería de su madre. Pero vemos con
más asombro aún cómo sigue investigando sin cansancio al
tiempo que su propia casa se ha convertido en un campo de bata-
lla, con tiros por la cocina y por las habitaciones, y así durante
todo el tiempo que duró el asedio a la ciudad de Linz.
Sus señores terrenales le encomendaron una misión que final-
mente cumpliría a la perfección, aunque su realización le llevara
14 INTRODUCCIÓN