Page 50 - 12 Kepler
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servicio que un colaborador de tú a tú. Kepler tenía que aguan-
                      tar los insultos, bromas, destemplanzas y excesos etílicos de su
                      autoritario anfitrión, hiriendo su orgullo y su paciencia. Sin em-
                      bargo, hay que decir también que Brahe tenía un lado bonachón
                      y comprensivo.
                          Por el contrario, Kepler provenía de una familia de inferior
                      estofa, como sabemos, con una tía medio bruja y un padre pen-
                      denciero que escapó de la horca. Estaba acostumbrado a recibir
                      un salario exiguo, pero también a trabajar con independencia en
                      los temas a los que  su intuición y su capricho le  llevaban.  En
                      Praga estaba a las órdenes de Brahe. Además tenía que soportar
                      la envidia de sus ayudantes, celosos porque su «amo»  hubiera
                      cedido al nuevo astrónomo los temas encomendados a ellos an-
                      teriormente. Y también debía soportar a los muchos hijos de Brahe
                      que no cesaron de entorpecerle y asediarlo a lo largo de toda
                      su vida.
                          Pronto se desató la ira entre ambos astrónomos.  Kepler
                      dijo que se volvía a Graz. Brahe intentó contenerlo. Desde Graz,
                      Johannes escribió una durísima epístola, a la que sucedió otra
                      de arrepentimiento. Kepler fue  criticado porque no había sa-
                      bido apreciar la magnanimidad de Brahe, lo que le disgustó aún
                      más, pues él no quería ninguna generosidad, sino un salario y
                      un trato correspondientes a su trabajo y su valía.  Tras la tor-
                      menta vino la calma y Kepler volvió a Praga al cabo de tres se-
                      manas, donde la necesidad mutua forzó el entendimiento entre
                      ambos sabios.
                          La futura colaboración había de concretarse así: Kepler debe-
                      ría procurar seguir cobrando su sueldo de Matemático Territorial
                      de los estados estirios como cuando estaba en Graz. A ese salario
                      de 200 florines, Brahe procuraría conseguir del emperador otros
                      100 florines de sobresueldo. Compárese esto con los 3 000 florines
                      que él mismo tenía asignados. Además Brahe se comprometía a
                      conseguir de Rodolfo II un permiso para que Kepler pudiera tra-
                      bajar en Bohemia durante dos años.
                          Fue entonces cuando arreció la intolerancia papista en Graz,
                      tras la cual,  Kepler fue  exiliado al  no querer renegar de su fe.
                      Prefirió el exilio a la infidelidad a la confesión de Augsburgo. La






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