Page 54 - 12 Kepler
P. 54
llevar el nombre de Tablas rudoifi,nas. Brahe y Kepler fueron a
ver al emperador, quien les recibió entusiasmado. También Ke-
pler cobraría su salario del Imperio y así comenzó la época más
científicamente interesante de nuestro ilustre astrónomo. En
Praga se instaló también su familia, además de Regina, la hija de
Barbara en su anterior matrimonio, por quien sentía un gran amor
paternal.
Tuvo Kepler que volver provisionalmente a Graz por la heren-
cia de su suegro. Allí fue bien recibido por todos, a pesar de haber
sido expulsado, aunque parece que no tuvo mucha suerte con la
herencia, pues comentó en una de sus cartas que el viaje había
sido inútil. Volvió a Praga con su esposa, su hija adoptiva, su
amigo Brahe y sus medidas de Marte.
Cierto que tenía que someterse a la disciplina de Brahe espe-
cialmente estricta en lo que se refería a los datos, su auténtico te-
soro. Kepler podía verlos y trabajar con ellos pero de ningún modo
moverlos de su sitio y menos copiarlos y dedicarlos a otro fin que
el de respaldar su modelo de universo, intermedio entre el ptole-
maico y el copernicano, en el que Kepler no creía.
Pero Tycho Brahe murió al poco tiempo, el 24 de octubre de
1601, de una afección en la vejiga. Kepler sintió profundamente su
muerte y hasta le compuso una hermosa elegía que acompañó al
cadáver a Dinamarca. Pero, seguramente, Kepler habría de quedar
nuevamente en la calle. No fue así. El emperador le nombró suce-
sor de Brahe, es decir, Matemático Imperial, quedando a su dispo-
sición todos los instrumentos y todos los datos de su antecesor y
respetado amigo, con la única obligación de completar las Tablas
rudolfinas, tal como hubiera querido el genial astrónomo de en-
trañas tan auríferas como sus narizotas.
Kepler fue así nombrado Matemático Imperial y pasó a ser el
dueño absoluto de aquel tesoro que tanto había codiciado, el gran
fruto de las observaciones de toda la vida del astrónomo más
preciso de la historia. Su salario quedó fijado por el mismo empe-
rador en 500 florines anuales, mucho menos que lo que cobraba
Brahe, pero mucho más que lo que había cobrado Kepler en toda
su vida. Sin embargo, los pagos se retrasaban y a veces indefini-
damente.
54 EL ASTRÓNOMO