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LA MUERTE DE TYCHO BRAHE

             La  muerte de Tycho Brahe está envuelta
             en  la  leyenda y el  misterio. La  idea más
             común es  que murió por aguantarse las
             ganas de orinar en un banquete real. Esto
             pudo provocarle una cistitis de la  que
             murió en una agonía dolorosa de once
             días.  El  protocolo lo mató. Últimamente
             se ha difundido la hipótesis de que murió
             envenenado, porque se  ha encontrado
             una gran cantidad de mercurio en su ca-
             bello. Y al buscar sospechosos se ha pen-
             sado en Kepler. Se dice que este envene-
             nó a su  maestro para quedarse con sus
             datos. Realmente Kepler no fue discípulo
             de Tycho, sino más _bien su  distinguido
             colaborador, por muy tirano y despótico
             que fuera Tycho y  por mucho que este
             cediera con cuentagotas el  acceso a la
             gran fortuna que eran sus datos. Conociendo la vida, el carácter, la integridad
             y la obra de Kepler, esta hipótesis es «descabellada».
             Un hombre agradecido
             Kepler era muy honrado. Aunque las desavenencias con Tycho fueron graves,
             sobre todo en su  primera y corta visita a Praga, posteriormente Kepler estuvo
             profundamente agradecido a Tycho, el único que le ayudó cuando fue expul-
             sado de Graz, y toda su vida reconoció su obra, su mérito y su bonhomía. Pasó
             gran parte de su  vida completando la  obra del gran y extravagante hombre,
             para que su  trabajo no hubiera sido en vano,  hasta completar y  publicar las
             Tablas rudo/finas,  magnífico punto final de la obra de Brahe. El  propio empe-
             rador Rodolfo 11  encomendó a Kepler esta  labor, ofreciéndole a cambio los
             datos de Tycho, sus instrumentos de medición, los más perfectos instrumentos
             pretelescópicos y nombrándole su sucesor como Matemático Imperial. Y Kepler
             terminó las tablas como un deber sagrado en reconocimiento a su  admirado
             colega. La hipótesis de que Kepler envenenó a Tycho no cuadra con la historia.




           Fue sin ninguna duda el período más productivo de la vida de
       Kepler, como astrónomo y como astrofísico. Es hora de que nos
       preocupemos de esa magnífica contribución suya a la ciencia con-
       sagrada.





                                                        EL ASTRÓNOMO        55
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