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con toda precisión. La tercera ley de Kepler, como las otras dos,
                     es extraordinariamente precisa.




                     «ASTRONOMIA NOVA»

                     Se puede decir que este es el libro de Kepler más significativo, el
                     primer libro moderno de astronomía. En él se obtienen las dos pri-
                     meras de las tres leyes que llevan su nombre, aunque curiosamente,
                     la segunda precede a la primera. La tercera,  como hemos visto,
                     apareció en Harmonice mundi, un libro posterior. Astronomia
                     nova estaba prácticamente escrito en 1605 aunque por problemas
                     relacionados con los herederos de Tycho no fue  impreso hasta
                     1609. Su título completo era: Astronomia nova seu physica coeles-
                     tis, tradita commentariis de motibus stellae Martis (Astronomía
                     nueva o física celeste,  deducida de los registros del movimiento
                     de la estrella Marte).
                         Se destaca el planeta Marte en el título, aunque el contenido y
                     las dos primeras leyes se aplican a todos los planetas. La razón es
                     que Brahe, en la primera entrevista con Kepler, le encomendó el
                     problema de la órbita de Marte, quizá para humillarlo porque dicho
                     planeta daba las medidas más complejas y de más difícil interpre-
                     tación. Fue una suerte que Kepler tuviera este primer cometido,
                     porque al tener Marte una gran excentricidad, era el más apropiado
                     para conseguir una descripción que ajustara bien los datos.
                         Para llegar a la formulación de las dos primeras leyes, Kepler
                     tuvo que recurrir a métodos ingeniosos y matemáticamente com-
                     plejos que resolvió incluso con procedimientos precursores del
                     cálculo diferencial. También recurrió a hipótesis novedosas. Aun-
                     que,  como siempre, mezclaba especulaciones seudorreligiosas
                     con un extremado respeto a los datos, en este caso el que predo-
                     minó fue precisamente ese respeto. El libro es todo un ejemplo de
                     rigor e investigación objetiva. Es fruto del tesón, la imaginación,
                     la exactitud y la habilidad matemática. También es muy difícil de
                     leer, puesto que Kepler desarrollaba todos los intentos fallidos
                     previos con la misma minuciosidad que los correctos finales.





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