Page 93 - revistab-suplemento
P. 93


                                              Miroslava, la periodista
                                                                           
                                              Luis Hernández Navarro

           Con  la  paciencia infinita  de  quien  arma  los  más  complejos  rompecabezas,  Miroslava  Breach
           Valducea recogió y ordenó, día a día, las piezas del puzle informativo chihuahuense. Convertida por
           necesidad del oficio en una especie de corresponsal de guerra, sus notas, reportajes y columnas
           periodísticas documentaron la dolorosa historia social de las pasadas dos décadas de su estado
           natal.

               A  lo  largo  de  22  años,  Miroslava  narró,  con  la  precisión  de  un  cirujano,  la  conversión  de
           Chihuahua en un narcoestado; su arribo al primer lugar mundial en la tasa de homicidios femeninos
           (34.73 asesinatos por cada cien  mil mujeres); la forja de Ciudad Juárez como laboratorio de la
           globalización neoliberal, su mutación en “epicentro del dolor” nacional; la escalada de violencia
           nacida  de  la  militarización,  la  especulación  inmobiliaria  salvaje,  la  nueva  colonización  de  los
           territorios  rarámuris  a  manos  de  mineras,  funcionarios  públicos  y  crimen  organizado;  la
           devastación  de  la  producción rural  provocada  por  el  libre  comercio  y  la resistencia  campesina
           nacida de ella; la nueva guerra por el agua entre menonitas y ejidatarios, y el comportamiento
           atávico de los políticos locales.

               A pesar de la enormidad de la violencia que desgarró a Ciudad Juárez, especialmente durante la
           fracasada guerra contra las drogas de Felipe  Calderón, Miros (como la llamaban sus amistades)
           rehuyó caer en el recurso fácil de centrar sus notas en hacer la numeralia de las ejecuciones diarias.
           Evitó,  también,  convertir  a  la  ciudad  en  símbolo  de un  nuevo  Apocalipsis  o  en  el  reino  de una
           absurda agresión indiscriminada. En lugar de echar mano de lugares comunes, reporteó los hechos
           que permiten desentrañar el sentido de los acontecimientos. Para ello, echó mano una y otra vez de
           un recurso básico del periodismo de investigación: le dio voz a las víctimas.

               Suena fácil, pero hacerlo es extraordinariamente complejo. En Chihuahua, como en el resto del
           país, el poder no admite más explicación que la suya, y convierte a quienes sufren la violencia en los
           primeros sospechosos. Pretende que no se difunda más explicación que la suya. Si el agravio es el
           perjuicio sobre el cual la víctima no puede rendir testimonio porque no es escuchada, los reportajes
           de Miroslava fueron un primer acto de justicia: uno en el que los afectados hablaron a través de la
           pluma de la periodista y obligaron a que se les oyera.

               Breach Valducea elaboró un relato creíble sobre la tragedia chihuahuense y explicó hechos
           aparentemente inconexos por medio de notas breves, ágiles e irrefutables. Como le sucede a la
           inmensa mayoría de corresponsales en los estados de medios establecidos en Ciudad de México,
           con frecuencia Miros se vio acotada por la brevedad del espacio a su disposición, la urgencia en la
           entrega de sus envíos, la presión de gobernantes trogloditas y el asfixiante centralismo con el que
           se fija la agenda política nacional. Siempre supo nadar contra corriente y hacer de la necesidad
           virtud.  Sus  despachos  dejaban  de  lado  lo  superfluo.  En  unas  cuantas  líneas  contaba  la  nota,
           presentaba a los personajes centrales y proporcionaba el contexto.

               Nacida  en  el  municipio  serrano  de  Chínipas,  muy  cerca  de  Sinaloa  y  Sonora,  Miroslava  se
           mantuvo cerca de su tierra y su gente a pesar de haber migrado temporalmente a Baja California
           Sur. Tocada hasta el fondo de su ser por el mundo indígena, hizo de las luchas y la reconstitución
           del  pueblo  rarámuri  una  de  sus  preocupaciones  periodísticas  centrales.  Sobre  ellas  escribió
           formidables  reportajes.  Sobrevivientes  de  cuatro  siglos  de  invasiones  y  despojo,  racismo  y
           discriminación, hambrunas y manipulación política, los tarahumaras han enfrentado durante las
           pasadas  dos  décadas  agresiones  sin  fin  de  parte  de  ganaderos  mestizos,  mineras  canadienses,


             La Jornada, Miroslava Breach, un año de impunidad, 22 de marzo de 2018
             Twitter: @lhan55
   88   89   90   91   92   93   94   95   96   97   98