Page 30 - Enamórate de ti
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No  seas  cruel  con  tu  persona.  No  te  cotejes  como  si  fueras  un  artículo  de  compra  y  venta.
  Compararse es odioso, pero si tomas como referencia a los hombres o las mujeres top en cualquier

  área,  será  doblemente  injusto.  Los  que  se  comparan  con  los  mejores,  los  más  exitosos,  los  más
  famosos, en fin, con los “más”, viven amargados por lo que “no son” o “les falta”. Una mujer mayor
  me decía: “Cuando voy por la calle no hago más que mirar a las mujeres jóvenes y hermosas, y
  entonces me siento vieja y fea”. ¡Obvio! También compraba ropa en los almacenes de moda juvenil,
  donde  ninguna  talla  le  servía,  y  vivía  en  manos  de  un  profesional  de  la  medicina  estética  para

  quitarse todos los años posibles de encima. Su mente se desgastaba pensando en cómo retroceder el
  tiempo.  Una  actitud  masoquista  patrocinada  por  un  conjunto  de  antivalores  de  los  cuales  no  era
  consciente (la obsesión nos quita lucidez).

        Pues sí, no queda otra que admitirlo, aunque tu expectativa ande por los aires: hay gente que es
  más joven, más inteligente, más rica, más famosa y más bella que tú. Cada quien tiene su encanto, y tú
  tienes el tuyo. Otras personas se consuelan mirando a los que están por debajo en las estadísticas de
  lo  estético  y  llegan  a  la  conclusión  de  que  no  son  “tan  horribles”.  Esta  táctica  consolatoria,  así
  mantenga  a  veces  la  autoestima  a  flote,  no  es  buena  para  tu  crecimiento  personal  porque  no  te

  enfrenta a lo que eres. Es preferible no compararse en lo absoluto y aceptarse incondicionalmente,
  quererse, gustarse, adornarse; ni por defecto ni por exceso, sin puntos de referencia hacia arriba o
  hacia abajo (si es que hay arriba y abajo). Para que tu autoestima funcione bien, debe haber una

  aprobación esencial, una admisión de lo básico, una conformidad del propio “yo” consigo mismo,
  cuerpo incluido. Cuando te enamoras, no lo haces “a medias” o solamente “un poco”: amas o no
  amas. Igual ocurre cuando el afecto va dirigido a tu persona: te quieres o no te quieres, te aceptas o
  no aceptas.
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