Page 33 - Enamórate de ti
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seguir una dieta, para dejar de fumar o intentar no ser agresivo, pero si hacemos de la postergación
  del  placer  sano  una  manera  de  vivir,  estaremos  haciéndole  el  juego  a  la  depresión,  y  nuestra

  existencia irá perdiendo lentamente su lado positivo: el costo será la insensibilidad y la pérdida de
  la capacidad de asombro. Estar con el freno de emergencia puesto las veinticuatro horas, tratando de
  ser prudente, adecuado, conveniente, medido y sensato, te llevará al letargo afectivo y a la apatía
  absoluta por las cosas que podrían acercarte a una vida más plena. Perderás la capacidad de vibrar y
  de emocionarte, crearás una coraza y te acostumbrarás a lo rutinario: la diversión y la felicidad te

  parecerán molestas.
        Muchas  personas  se  sienten  irresponsables  si  se  exceden  o  “caen”  en  ciertas  tentaciones
  ingenuas y no violatorias de ningún derecho, como darse más gusto. Simplemente han desarrollado la

  creencia irracional y restrictiva de que recompensarse a uno mismo es un “vicio” ególatra sumamente
  peligroso, así se mantengan dentro de límites inofensivos y saludables.




  Filosofía hedonista


  Hedonismo significa placer, satisfacción, regocijo, goce y bienestar. Una filosofía hedonista implica
  un estilo de vida orientado a buscar el disfrute y a sacarle provecho a las cosas que nos rodean,
  obviamente sin ser esclavos de ellas y sin caer víctimas de la adicción. Una premisa por la que te

  podrías guiar es como sigue: “Si no es dañino ni para ti ni para otros, puedes hacer lo que quieras”.
  Gozar  y  disfrutar  de  la  vida  no  significa,  como  creen  algunos,  caer  en  una  bacanal  de  conducta
  descontrolada y sin el menor asomo de organización mental. La persona hedonista no es un corrupto

  superficial  que  sólo  busca  los  placeres  mundanos  de  comer  y  beber (basta  leer  a  Epicuro  para
  comprender  esto).  La  persona  que  asume  una  filosofía  hedonista  responsable  no  evita  la  lucha
  cotidiana y los problemas, sencillamente reconoce de manera honesta lo que la hace feliz y trabaja
  activamente para conseguirlo y aprovecharlo intensamente. Entre el extremo del autocontrol excesivo
  del asceta y la búsqueda desenfrenada del placer inmediato hay un punto intermedio donde es posible

  el deleite equilibrado: los placeres que no nos hacen daño. La filosofía anhedónica (lo contrario de
  hedonista)  es  el  culto  a  la  parálisis  emocional  y  el  rechazo  del  placer,  como  si  éste  fuera
  contraproducente per se.

        Si vives enfrascado en una forma de vida avara contigo mismo perderás la posibilidad de vivir
  con pasión; es imposible aprender a quererte a ti mismo si no aceptas vivir intensamente. Algunas
  personas confunden el “no sentirse mal” con el “sentirse bien”: dejar de autocastigarse y sufrir no es
  suficiente, hay que dar un paso más, premiarse sin excusas.
        ¿Por qué no somos hedonistas? ¿Por qué nos resignamos a un estilo de vida rutinario y poco

  placentero?  Quizá  por  querer  ser  “demasiado  humanos”  hemos  perdido  algunas  capacidades
  fundamentales que heredamos de nuestros antecesores animales. El desarrollo de la corteza cerebral
  y  del  lenguaje,  si  bien  ha  permitido  evolucionar  en  muchos  aspectos,  nos  ha  alejado  del  legado

  “primitivo/instintivo”  de  nuestro  pasado  evolucionista,  al  menos  en  dos  factores  principales:  la
  conducta de exploración y la capacidad de sentir. Veamos cada una en detalle




  La conducta de exploración
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