Page 45 - Enamórate de ti
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lo que me refiero es al autorreconocimiento de tu propio potencial, sin excusas ni
disculpas. Si escondes tus fortalezas en busca de la aprobación eres doblemente
irracional: te niegas a ti mismo tu lado bueno y necesitas del visto bueno de los demás
para funcionar. ¿Acaso te avergüenzan tus fortalezas y virtudes? La humildad nada tiene
que ver con los sentimientos de minusvalía o la baja autoestima: el humilde se estima a
sí mismo en justa medida. La “justa medida” significa: ni desmedidamente ni
desconociendo las propias fortalezas. La virtud no es ignorancia de uno mismo. Si la
modestia extrema se interioriza y se incrusta en la mente como un supuesto valor,
tendremos dificultad para dejar avanzar nuestras capacidades de manera positiva.
Incluso algunos se sienten culpables o incómodos de ser muy buenos en alguna actividad
y desarrollan lo que se conoce como la “falsa modestia”, que es peor, porque implica
mentir sobre uno mismo. Sin vanidad ni egolatría, deja que tus virtudes sigan su curso:
no las disimules, disfrútalas, sácales el jugo, llévalas a cabo con pasión, aunque se noten
mucho. ¿Cómo recompensarte a ti mismo si ocultas tus valores?
Que tu tradicionalismo permita algunos cambios, que tu modestia deje escapar uno que otro
autorreconocimiento, que tu razón deje de vez en cuando jugar a las emociones, que tu autocontrol te
permita un desliz, que tu presupuesto se salga de tanto en tanto de lo previsto. Date la libertad y un
espacio para moverte. Concédete permisos de actuar: buenos permisos.
Decir no a los cultos represivos significa reconocer que si determinados valores se llevan
demasiado lejos, afectarán tu autoestima y te volverán más proclive a un sinnúmero de trastornos.
Significa que no es conveniente tomar muy a pecho las creencias arriba mencionadas y convertirlas
en dogmas de fe; te sentirás un pecador cada vez que no las cumplas al pie de la letra. Te sentirás
culpable de amarte a ti mismo o de ser feliz.
Para mejorar el autorreforzamiento
La siguiente guía de acción puede servirte para acercarte a un estilo de vida que te permita reforzarte
o premiarte a ti mismo con determinación y alegría:
1. Date tiempo para el disfrute
La vida no se hizo sólo para trabajar. Se trabaja para vivir, no lo contrario. Tu momento de
descanso, tu recreación y tus vacaciones no son un “desperdicio de tiempo”, sino una inversión en tu
salud mental. No postergues tanto la satisfacción esperando “el día adecuado”: así como no hay un
tiempo para el amor, tampoco hay un tiempo para quererte a ti mismo; tú lo defines de acuerdo con
tus necesidades. No hagas de la responsabilidad una obligación extenuante y dogmática, no te hundas
en ella irracionalmente: hay momentos para la obligación sesuda e impostergable y hay otros donde
sobran los “debería”, las reglas y las exigencias sin sentido. No le tengas miedo al disfrute: tu alegría
es la alegría del universo, dicen los místicos. Dios la pasa bien cuando tú la pasas bien.
2. Decide vivir hedonistamente