Page 85 - Como mariposas a la luz
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El efecto “entorno”



                  Como parte integrante e indisoluble de una sociedad, nuestra personalidad, se forja

                  a través de ella. Nuestro YO, es solo una pequeña parte de nuestro entorno, y como
                  tal, necesita alimentarse del mismo.



                  Es por ello, que dependerá de qué manera y de qué, se alimenta constantemente,

                  de cómo, al final, se forjará nuestra propia existencia.


                  Al igual que el clima forma nuestros caracteres, el micro clima de nuestras relaciones

                  crean una manera de ver y enfocar nuestra vida. Basta analizar nuestro entorno, para

                  ver claramente que en el mismo, existen “puntos de recarga”.


                  Es decir esa gente especial a la que nos acercamos cuando necesitamos reforzarnos,

                  o aumentar nuestra propia autoestima. Gente, que traslada su propia “positividad” y
                  actúa de punto de energía que comparte de manera altruista. Los necesitamos cerca,

                  sabemos dónde están y acudimos a ellos, cuando nuestras “baterías” anímicas, ya

                  marcan reserva. No tienen nada especial, pero son especiales, no destacan, pero nos
                  hacen destacar, ni siquiera son diferentes, pero nos diferencian.



                  Por el contrario existen los puntos de “recarga negativa”. Basta que nos paremos a

                  analizar  y  los  reconoceremos.  Sólo  que  diéramos  un  vistazo  mental,  a  cualquier
                  entorno de amigos o de una oficina y podríamos distinguir de quienes hablamos.

                  Dentro de una apariencia “normal” esconden cargas de negatividad que esparcen sin

                  pudor,  contagiando  a  quien  se  acerca.  Son  como  un  cáncer  que  les  devora  a  sí

                  mismos, haciendo de su propia vida un infierno, donde cualquier visión positiva, ha
                  desaparecido por completo, y los colores que reconocen no van más allá del gris o el

                  negro. Dedican su vida a auto destruirse, retroalimentándose de lo maligno que todo

                  resulta para ellos, de lo mediocres que son los demás que no les entienden, y de lo
                  patética que es su vida por culpa de los demás.







                  ©  2016 Jordi Llonch                                                                 80
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