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PENTATEUCO
Sin embargo, los sacrificios tenían valor porque eran como una promesa escrita de que Dios mismo proveería el medio. Tenían un valor simbólico hasta que Jesús ofreciera el verdadero sacrificio. Al poner su fe en Dios y en su provisión, simbolizada por los sacrificios, el creyente era considerado justo.
El propósito del holocausto era permitir que la persona hiciera expiación. No removía la presencia del pecado, pero hacía posible la comunión con un Dios santo. La ofrenda de holocausto anticipaba el sacrificio de Jesucristo, el verdadero Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Juan 1:29).
El sistema de sacrificios preparó por otro lado la mente de los hebreos para entender las ideas de expiación y redención.
La regla para la purificación del pecado a consecuencia de la impureza ritual o la violación de un voto no estaba vinculada a la condición económica del individuo. De ahí que la Ley hiciera provisión para el pobre. María, la madre de Jesús, presentó dos tórtolas o dos palominos, en lugar de una ofrenda más costosa (Lucas 2:24; para el ritual que seguía al nacimiento de un niño (Levítico 12:8).
Además, se ofrecían muchos otros sacrificios, tanto nacionales como locales. Entre los sacrificios nacionales típicos estaban los sacrificios en épocas de desastre o guerra (Jueces 20:26; 21:4; 1 Samuel 7:9), en los que parecería que la penitencia daba la nota principal. Las dedicaciones y los nuevos comienzos se indicaban con sacrificios (Jueces 6:28; Éxodo 32:6; 1 Samuel 6:14; 11:15; 2 Samuel 6:17), como así también las ocasiones en que se celebraba algo (1 Samuel 1:3), se hacía intercesión (Números 23:1) o como expresión de hospitalidad (Éxodo 18:12) en forma individual.
El significado de los sacrificios puede resumirse de la manera siguiente:
a) La reconciliación la instituye Dios y como tal es obra suya.
b) El sacerdote realiza esta obra como sacramento.
c) El sacerdote es el mediador para proveer al pecador la propiciación. Por eso
hay que interpretar como lenguaje sacramental la afirmación de Levítico 17:11- "La misma sangre hará expiación de la persona". El sacerdote no es más que un funcionario de Dios, y la sangre no es sino el medio que Dios proporciona.
d) El oferente es activo al presentar el sacrificio que expresa su deseo de purificación y al poner las manos sobre la cabeza de la víctima, pero es pasivo en el acto mismo de la expiación. Esto lo realiza el sacerdote como mediador entre Dios y el hombre, de modo que, a través de lo que el sacerdote es en sí,
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