Page 73 - PENTATEUCO

PENTATEUCO
instalación de Josué, como su sucesor. Compuso luego un cántico majestuoso, alabando la grandeza de Jehová, su bondad hacia Israel, y su poder vengativo.
Esto lo enseñó al pueblo como un memorial de las doctrinas que él les había entregado. Entonces, presintiendo el fin de su larga y ardua carrera, después de bendecir a las tribus de Israel, subió al Monte Nebo hasta la cumbre de Pisga, desde donde podía apreciar la abundancia de las tierras que el pueblo que había guiado por largos años poseería como heredad. Como parte de la recompensa por su fidelidad, Dios le permite a Moisés contemplar la tierra prometida desde la cumbre del Monte Nebo.
Su noble tarea había terminado. Había libertado a una nación de esclavos, les había dotado con la ley más sublime del mundo antiguo; les había disciplinado en el desierto, capacitándoles para conquistar la tierra de leche y miel que yacía a sus pies. Su papel había sido dificilísimo. Había agonizado bajo el peso de la responsabilidad. A causa de la rebeldía de su pueblo, perdió la paciencia, por lo que le fue prohibido entrar en el país hacia el cual viajó por 40 años. Por su desobediencia en el incidente de las Aguas de Meriba, no se les permite entrar en aquella tierra.
Sin embargo, no hubo profeta antes ni después en Israel como él. Dios llevó el espíritu de Moisés con él. Moisés murió en la cumbre del Pisga, y Dios mismo sepultó el cuerpo en un lugar desconocido por los Israelitas. Si hubiera conocido el lugar de su entierro, el pueblo lo habría convertido en un santuario idolatra.
Pero ni la muerte, que le sobrevino a los 120 años pudo silenciar la voz de Moisés, sus palabras, mandamientos y ejemplos han vivido en los corazones de los hombres tras los siglos.
El hecho singular de que fue transfigurado con Jesús y Elías probablemente en el monte Tabor en Galilea da significado a su epitafio encontrado en Deuteronomio 34:10, que dice: “Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara”.
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