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 Alta Dirección / Entrevista con Ramón de Miguel, embajador de España en Francia
 F.F.S.: En su artículo “Los derechos humanos a los cincuenta años de
la Declaración Universal”, decía: “Ellos tienen delante el reto de con- tinuar haciendo efectivo que todo ese conjunto de derechos que hoy solo enunciamos, incluso ampliándolo a categorías que aún, tal vez, resulten inimaginables. Así se dibujará el mar- co de referencia en que las sociedades del futuro marcarán sus pautas de convivencia”. Hoy parece que las pa- lancas para la construcción europea de enterrar nacionalismos, de inte- gración política y económica, no son tan operativas para la gente joven, pues esta no considera la posibilidad de una guerra en Europa ni todo lo vi- vido históricamente ¿Cómo hacerles comprender que este proyecto común sirve, entre otras cosas, para que su vida cotidiana sea mejor?
R.D.M: La imagen de la UE en la socie- dad europea en general, y entre los más jóvenes en particular, no es buena por- que los gobiernos nacionales han deci- do tomar Bruselas como objetivo para justificar todas las frustraciones de sus sociedades. Nadie habla de los méritos que tiene el espacio de seguridad, justicia, libertad, mercado co-
mún, prosperidad económica
ni del estado del bienestar que hemos sido capaces de crear
en este entorno geográfico, que sigue siendo un ejemplo para el mundo.
El presidente Rajoy tenía mucha razón cuando dijo en Versalles que la primera cosa a la que nos tenemos que comprometer es a empezar a ha- blar bien de la UE a nivel de gobierno. Tenemos que resaltar lo conseguido para que las nuevas generaciones, que no pueden ni imaginar un mun- do europeo sin la UE, a pesar de que lo critiquen, se den cuenta de lo que significa. El día que eso sucediese pa- saría como con el aire, que se darían cuenta de que no pueden respirar. Na- die ha hecho el esfuerzo de valorar lo que tenemos. Los gobiernos han igno- rado la UE.
El último ejemplo ha sido David Ca- meron. Reino Unido está fuera de la Unión por un capricho de un primer ministro que quería hacer una opera- ción política en beneficio de su partido, convencido de que los ciudadanos iban a votar quedarse; pero ni él, ni ninguno de los gobiernos británicos en los últimos
Los
gobiernos nacionales
han decido tomar Bruselas como objetivo para justificar todas las frustraciones de sus sociedades
Nadie habla
de los méritos que tiene el espacio de seguridad, justicia, libertad, mercado común, prosperidad económica ni del estado del bienestar que hemos sido capaces de crear en la UE
veinte años, han hecho nada para que su sociedad comprendiera que la UE era vital para sus intereses. Todavía hoy la señora May, y todos los que claman Bre- xit is Brexit, se niegan a reconocer que van a tener extraordinarias dificultades fuera de la Unión Europea, porque muy pocas personas hablan en serio de lo que es la UE para Reino Unido.
Nadie habla de cuál hubiera sido la suerte de España si no hubiera perte- necido a la UE, si no estuviese en un mundo sin fronteras, donde el estado de derecho, las libertades, el estado del bienestar y la estabilidad económica no estuvieran garantizados. Los que tene- mos una edad, recordamos lo que era viajar por el mundo con un pasaporte que solo te permitía moverte por una serie de países, incluida Europa, donde se entraba con dificultades y se exigían visados. Ahora los jóvenes no utilizan el pasaporte cuando viajan por Europa. Se mueven por el continente de la mis- ma manera que lo hacen por su propio país. Eso les puede parecer muy nor- mal, pero no lo es.
La UE es el producto de una volun- tad común, de un esfuerzo que se ha realizado a lo largo de los años, de una serie de acuerdos internacionales que se han plasmado en tratados que han hecho que este proyecto sea esencial y que garantice un conjunto de derechos cada vez más amplio.
La gracia que tiene la UE es que es un proyecto inacabado, siempre habrá nue- vos objetivos y nuevas metas. Es verdad que hay personas que tienen aspiracio- nes de crear un estado federal nacional, lo cual pienso que es un error. Yo creo en el mantenimiento de las nacionalidades en Europa, en reforzar todos los instru- mentos para trabajar en común y en ha- cer frente a los grandes problemas, de- jando que los pequeños se traten a nivel nacional. Eso es algo muy valioso y hay que hablar bien de ello.
En el 60 aniversario del Tratado de Roma, alguien tendría que haber dicho lo que fue Europa sesenta años antes de 1957 y lo que es ahora en 2017. Con- sidero que la comparación de las dos etapas es muy ilustrativa: teníamos una Europa destrozada por guerras mun- diales, empobrecida, llena de injusti- cias y de despotismos. Ahora tenemos una Europa absolutamente brillante, bien organizada, con garantías para los ciudadanos. Por eso creo que el papel
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