Page 19 - Cuentos para Triunfar
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Decidió entonces comprar con el dinero que había cobrado, algunas
herramientas para ofrecer sus servicios y ganar algo de dinero.
Como en el pueblo no había una tienda que vendiera herramientas,
emprendió un viaje de dos días hasta el pueblo vecino, para poder comprar lo
que necesitaba.
Cuando estaba ya de regreso, con algunas herramientas nuevas, se le
acercó un vecino y le preguntó:
- Me han comentado que Ud. tiene martillo y clavos. Me los puede
vender?.
- Verá Ud. señor; he tenido que comprarlos en el pueblo vecino y me ha
llevado cuatro días ir y volver.
- Lo sé muchacho. Estoy dispuesto a pagarte el doble de lo que te
costaron, porque yo no tengo tiempo para ir hasta el pueblo aquel;
además no valdría la pena semejante viaje sólo por un martillo y unos
cuantos clavos.
Así fue como el joven hizo su primera diferencia vendiéndole a aquel
señor un par de herramientas.
Se dirigió nuevamente al pueblo vecino para comprar las herramientas que
había comercializado, y al momento de pagar, se encontró con que tenía
además el dinero que había ganado con la diferencia, por lo que se decidió a
comprar otros insumos además del martillo y los clavos.
Ya de regreso en su pueblo, otro vecino se le arrimó a preguntarle si le
vendería una tenaza, una cepilladora y un poco de alambre.
- Verá Ud. señor; he tenido que comprarlos en el pueblo vecino y me ha
llevado cuatro días ir y volver.
- Lo sé muchacho. Estoy dispuesto a pagarte el doble de lo que te
costaron, porque yo no tengo tiempo para ir hasta el pueblo aquel;
además no valdría la pena semejante viaje solo por unas pocas
herramientas.
Y así fue como el joven hizo la segunda diferencia...
La cuestión es que en ese momento se dio cuenta que el negocio no era
arreglar puertas o ventanas, sino comprar y vender herramientas, ya que en
aquel pueblo no había quién lo hiciera.
Emprendió su nueva actividad, y cada quince días viajaba al pueblo vecino
a comprar todo aquello que le habían pedido. Su negocio fue creciendo hasta
que decidió instalar un local para atender a su clientela.
Como era próspero, comenzó a comprar en cantidades para obtener
mejores precios; a tal punto, que la ferretería donde antes compraba en el
pueblo vecino, ahora era su cliente.
Un buen día decidió contratar al herrero del pueblo para que le fabricara