Page 25 - Cuentos para Triunfar
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Lo que Ud. quiera, Don Luis. Antes se podía lograr cosas importantes,
                  pero ahora estamos en crisis, los sueldos no alcanzan. Además este gobierno
                  nos está llevando a la ruina. No hay trabajo. A mí no me alcanza con lo que
                  gano. Los impuestos son cada vez más altos. Si seguimos así, no sé a dónde
                  vamos a ir a parar. Además ...

                                             El perro y el clavo



                      El  conductor  había  perdido  la  autopista  por  tomar  un  atajo.  Habiendo
                  recorrido ya varios kilómetros por esos caminos de tierra, divisó al final de
                  una recta, una casa:
                      -  Voy a preguntar allí, por dónde debo ir para volver a la autopista.
                         Al acercarse a aquella casa, pudo observar que en la galería de enfrente,
                  había sentado un hombre anciano, en una silla mecedora. A su lado había un
                  perro durmiendo la siesta:
                      -  disculpe, Señor: podría indicarme  el  camino  a  seguir para  llegar a  la
                          ruta?
                      -  Como no, joven. Siga por este camino hasta el cruce del ferrocarril y
                          allí tome hacia la derecha...
                      -  ¡Aaauuuuhhh! – lloraba el perro mientras el viejo hablaba.
                      -  Cuando doble, baya bordeando el alambrado hasta el próximo cruce de
                          caminos...
                      -  ¡Aaauuuuhhh! – seguía llorando el perro, mientras el viejo hablaba.
                      -  Entonces tome hacia la izquierda un par de kilómetros y ahí encontrará
                          la ruta...
                      -  ¡Aaauuuuhhh! – lloraba el perro...
                      -  Disculpe señor, otra pregunta: ¿este perro es suyo?.
                      -  Si, este perro es mío.
                      -  Y podría decirme por qué llora?.
                      -  ¡Oh!, es que se ha acostado encima de un clavo.
                      -  Y por qué no se levanta?
                      -  "Porque le duele lo suficiente para quejarse, pero no lo suficiente para
                          moverse...".


                      La mayoría de las personas con las que me encuentro se quejan lo
                  suficiente  como  para  "llorar".  Pero  no  hacen  nada  para  "dejar  de
                  llorar".
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