Page 32 - Cuentos para Triunfar
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Don Luis, la situación no me permite ni siquiera pensar en realizar algún
sueño, o algún proyecto. A mi edad, uno ya se hizo un poco más realista...
Las Estacas Mentales
En el año noventa de la era cristiana, existía un joven llamado Rabeen. Se
dedicaba a cuidar los camellos de su padre, el mercader más poderoso de la
región de Damasco.
Cierto día, una caravana de quince camellos cargados con mercadería, se
disponía a partir rumbo a oriente, en una travesía que duraría unos treinta días
para cubrir una amplia región, donde se visitarían distintas aldeas con el fin de
comerciar la carga. El mercader partió al frente con su gran camello negro. Lo
seguían sus vendedores, sus sirvientes y por último, su hijo Rabeen, el
cuidador.
Llegada la primera noche, en el desierto, los sirvientes procedieron a
descargar los camellos. Para Rabeen, comenzó la tarea.
Debía atar a cada camello a una estaca y a una distancia prudencial uno de
otro; pues no podía atar dos camellos en un mismo lugar porque se morderían
y probablemente, se matarían.
Así fue atando una camello a cada estaca. Pero su sorpresa fue grande
cuando al momento de atar al camello número quince, mete su mano en la
bolsa y descubre que no había más estacas. Catorce estacas para quince
camellos. Esto significaría que pasaría la noche en vela cuidando de aquel
animal; y sería la raíz de un problema mayor: no soportaría estar despierto la
noche siguiente, después de toda una jornada de peregrinaje.
Estaba absorto pensando en el gran problema, cuando se acerca su padre:
- ¿Qué sucede, hijo?.
- Verás padre, debo haber extraviado una estaca en el camino. Tengo
quince camellos que atar, y sólo tengo catorce estacas.
- Esto es lo que harás: tomarás al camello número quince, lo llevarás al
lugar donde pensabas estaquearlo. Meterás tu mano en la bolsa como si
sacaras una estaca. Asegúrate de que el camello te esté observando. Te
inclinarás y harás los movimientos como si estuvieras clavando la
estaca al suelo, y tomarás el bozal del camello y lo atarás a la estaca
imaginaria. Eso será suficiente para que el camello quede quieto por el
resto de la noche.
Así fue como procedió Rabeen, y para su asombro sucedió tal como le
había enseñado su padre.
Al día siguiente, todos los camellos estaban nuevamente cargados con la