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MÉXICO ENTRA A LA SN.
EL INGRESO DE MÉXICO A LA SOCIEDAD DE NACIONES
En 1931, Japón inició la guerra con China con el pretexto de un incidente sin importancia en
Manchu ria y con la esperanza de encontrar nuevos mercados ante la elevación de aranceles
en Europa y Estados Unidos. En octubre de ese año, la Sociedad de Naciones decidió enviar
una comisión a China, que llegó a ese país hasta principios de 1932. Japón aprovechó el
retraso para atacar el puerto de Shanghái y el secretario de Estado Henry Stimson declaró que
Estados Unidos no reconocería cambios territoriales promovidos por la fuerza, tesis que fue
conocida corno la Doctrina Stimson. A pesar de que desde 1922 nueve potencias habían
firmado en Washington un acuerdo por el que se comprometían a seguir la política de Puertas
en China, Japón permaneció en Manchuria. Ni Estados Unidos, ni los países
Abiertas
miembros de la Sociedad de Naciones estuvieron dispuestos a usar la fuerza para repeler la
expansión japonesa en Asia. La Sociedad de Naciones quedó debilitada y se abrió el camino
para que Italia y Alemania siguieran el ejemplo de la invasión territorial. México no fue
invitado a formar parte de la Sociedad de Naciones en su fundación, como sí lo fueron la
mayor parte de los países latinoamericanos. Finalmente se integró en 1931, después de haber
tenido presencia en ella con un observador. México desarrolló una activa participación en
esta primera organización de carácter internacional, en la que fue representado primero por
Narciso Bassols y, después, por Isidro Fabela. En la Sociedad de Naciones, México se
distinguió desde su incorporación por la defensa activa de los principios jurídicos de la
Doctrina Carranza. También participó en la Organización Internacional del Trabajo, con sede
en Ginebra, y llegó a formar parte su consejo de administración. En 1931, México tuvo una
primera participación relevante al manifestar su reprobación a la invasión japonesa a China.
A partir de 1932, desarrolló una intensa y comprometida actividad diplomática en dos
conflictos interamericanos: el del Chaco entre Bolivia y Paraguay, y el de Leticia entre
Colombia y Perú, que se ventilaron dentro de la Sociedad de Naciones. La Guerra del Chaco
se prolongó durante tres años y nunca llegó a una victoria decisiva. Aunque la Sociedad de
Naciones y, por extensión, México fueron dejados de lado en la solución final de la
confrontación, el país se vio fortalecido en su presencia internacional para resolver por la vía
pacífica los conflictos de la región. En 1933, cuando Adolfo Hitler llegó al poder, Alemania
donó las conferencias sobre desarme y, muy pronto, la Sociedad de Naciones. No obstante,
en 1935
firmó un tratado bilateral con Gran Bretaña que limitó el tamaño de la armada
alemana a 35% del de la británica, pero le dio equidad en el número de submarinos. Con ello,
Gran Bretaña inició una política de conciliación con el adversario para mantener la paz que
resultó ser un fracaso.