Page 24 - Nuestras Guerras
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PABLO. Pues de nuestra guerra, del exilio.
MANOLO. Y a ver si me oye, porque si es como yo..., puta madre, lo que es que yo. Llega la orden.
MANOLO. Salud. Y a la salud de nuestros padres y de todos los que lucharon su guerra. PABLO. Nuestra guerra.
MANOLO. Oquéi, nuestra guerra.
Chocan los vasos.
PABLO. Salud.
Manolo se acerca a Pablo para hablar en voz baja, cuidando que nadie lo escuche. MANOLO. Se murieron los dos sin enterrar a Franco.
PABLO. Como que él va a enterrarnos a todos. El no se va a morir, ¿sabes? Aquí hablar de la muerte del Caudillo es de comunistas. Aquí hay que decir “hecho biológico”, cuando se atreve uno a hablar de eso.
MANOLO. Pues por que llegue pronto el “hecho biológico”, y reviente. Antes de que él les aplique la pena de hechos biológicos a más inocentes. ¿Tú crees que a su edad se atreva a firmar las sentencias de muerte?
PABLO. El Caudillo firmó las de media España, ¿por qué no las de dos anarquistas? MANOLO. Porque hasta el Papa le ha pedido clemencia.
PABLO. Eso he leído, sí, y es porque el catalancillo parece un seminarista de los ojos negros.
MANOLO. ¿Fusilarlo..? ¿Tú crees..?
PABLO. Le costará, sí, porque la mano le tiembla. Pero es por el Parkinson. No por otra cosa. Hasta el último aliento, y olé, Franco será el Caudillo. Como dice alguna de las canciones de verano: “Hasta el último aliento...”






















































































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